La lucha para la mitigación del cambio climático es, en gran parte, una lucha por la reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Una reducción que tiene que tiene que ser promovida por todos los países. No sirve de nada que unos cumplan con los objetivos y otros no. Esta situación paraliza o retrasa muchos de los acuerdos internacionales sobre el asunto.
Ahora ha surgido otro tema de discusión, esta vez entre los países europeos. Y una vez más, el detonante ha sido la crisis económica. Algunos países argumentan (con toda la razón, cabría añadir) que, a causa de la crisis y de la menor producción industrial, han disminuido las emisiones de dióxido de carbono y que, por tanto, habría que revisar los objetivos de recorte de dichas emisiones, calculados ante una situación de normalidad económica, esto es, de crecimiento.
La Unión Europea está dividida en el tema. Los Veintisiete habían acordado disminuir, en un principio, un 20% las emisiones de CO2 para 2020. Sin embargo, ahora, algunos países miembro plantean abiertamente ampliar el objetivo hasta el 30%. Consecuencias colaterales de la crisis, que puede favorecer alcanzar ese objetivo. Siete países han dado un paso adelante para conseguir el recorte de ese 30%. Los responsables de Medio Ambiente de España, Grecia, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Portugal y Alemania han firmado una carta conjunta reclamando a la Comisión Europea una nueva hoja de ruta.
Pero en la Unión Europea no todos los países piensan así. Italia y Polonia, entre otros, se oponen enérgicamente a recortar las emisiones más allá del 20% pactado, al igual que algunos países del Este, cuyas economías tienen una fuerte dependencia del carbón. Además, en general, la industria europea también rechaza este mayor recorte de emisiones. Muchas empresas del sector industrial señalan que perderían competitividad frente a empresas del exterior si tienen que asumir penalizaciones por la emisión de CO2 o comprar energía más cara de fuentes renovables.
La Unión Europea quiere seguir liderando la negociación internacional contra el cambio climático y con este nuevo objetivo del 30% daría un renovado impulso a la lucha global que quizá motivaría a otros países, pero los obstáculos son grandes. En todo caso, no nunca que olvidar que decida lo que decida la UE, Estados Unidos y Japón no secundan un segundo periodo del Protocolo de Kioto, así que la situación sigue siendo la de «algunos luchan contra el calentamiento y otros no».