España puede volver a negociar con CO2


La Comisión Europea ha autorizado a España a reanudar su participación en el sistema de comercio de emisiones de dióxido de carbono de la Unión Europea, después de que el Gobierno español haya proporcionado garantías razonables de que su registro nacional cuenta con los requisitos mínimos de seguridad. España puede reanudar su comercio de emisiones desde el 16 de febrero de 2011.

Las autoridades europeas decidieron cerrar el 19 de enero de 2011 su mercado de emisiones de CO2 después de detectar una ola de robos informáticos. El registro de emisiones de España es el séptimo que reanuda sus operaciones. Ya se habían abierto, hasta ahora, los registros de Francia, Alemania, Países Bajos, Eslovaquia, Reino Unido y Portugal.

Respecto a este grave caso de delincuencia informática, la Comisión Europea sigue trabajando, contando con la colaboración de todos los Estados miembro, para reforzar la seguridad del sistema. Se anunciará con 24 horas de antelación la reactivación de cada registro nacional cuando cumpla todos los requisitos de seguridad.

Los robos informáticos sólo afectaron a República Checa, Grecia, Austria, Estonia y Polonia, pero obligó a las máximas autoridades europeas a cerrar el sistema de comercio de emisiones. Este sistema, el mayor del mundo, ya había sido objeto de otros ataques, como el fraude de IVA que se produjo hace un par de años.

Este mercado cubre a unas 11.000 instalaciones industriales, en las que se han señalado unos topes de emisiones de dióxido de carbono. Las fábricas que superan este límite deberán comprar en el citado mercado permisos de emisión de CO2 provenientes de aquellas que han quedado por debajo del límite. El objetivo es reducir las emisiones de la manera menos costosa posible. Pero los críticos con este sistema creen que no es una buena idea que se permita seguir contaminando a cambio de dinero. El año pasado el negocio de compraventa de CO2 movió 90.000 millones de euros. El fallo de seguridad da, de algún modo, la razón a los que piensan que negociar con la contaminación, a la larga, no es beneficioso.

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