Muchas veces, para cuidar el medio ambiente, para luchar contra el cambio climático, no es necesario diseñar grandes y complicadas tecnologías, ni invertir cantidades ingentes de dinero para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Basta con cambiar el modo de hacer las cosas, no dejarse llevar por la inercia, afrontar los problemas desde un nuevo punto de vista. En otras palabras, es más importante la voluntad de querer hacer las cosas bien que el dinero necesario para ello.
En este sentido, hay un ejemplo que ilustra tal idea. Una acción tan sencilla como sustituir las aceras construidas con granito por otras de hormigón o asfalto podría llegar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 60%. Así lo señala un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la Politècnica de Catalunya (UPC) y la empresa Inèdit.
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