Los aparatos automáticos que se instalan en establecimientos públicos tienen tanto beneficios como desventajas para el medio ambiente y la economía (dos conceptos que cada vez están más unidos). Puertas automáticas, grifos que se cierran al cabo de unos segundos, luces que se apagan cuando el cliente se ha marchado del baño (u, otras veces, cuando aún no se ha acabado), tecnologías que, a veces, pueden ahorrar energía, pero, otras veces, resultan un gasto innecesario.
En general, se pueden encontrar en los baños de bares, restaurantes, hoteles, estaciones de autobuses, aeropuertos y, en general, en cualquier edificio público, dos formas de secarse las manos después de lavárselas: las toallas de papel o el secado eléctrico mediante un chorro de aire. Ya casi nadie opta por una tercera posibilidad, usar toallas reutilizables, de algodón, como las que se usan en casa. En general, el secador de aire parece ser la opción más ecológica, mientras que las toallas resultan más higiénicas. Pero, ¿realmente es así?
En primer lugar, hay que tener en cuenta el tiempo que la persona pasa con las manos debajo del secador, del mismo modo que depende del número de toallitas de papel que cada persona utilice. Muchas veces, se ven en las papeleras de los baños toallas de papel prácticamente secas. La consultora Environmental Resources Management ha elaborado un estudio sobre el asunto, tomando como media usar dos toallitas de papel o treinta segundos de secador.
En la primera parte del análisis se ha llegado a la conclusión de que la fabricación de un secador es mucho más compleja y requiere de un mayor número de materiales que las toallas de papel. Sin embargo, el estudio concluye que los secadores son la opción más ecológica por la menor electricidad que necesitan. Tras analizar 130.000 usos de estos dos sistemas de secado, se calculó que el secador genera un total de 1,6 toneladas de dióxido de carbono, mientras que las toallitas generan más de 4 toneladas. Además, si la electricidad proviniera de fuentes renovables, el ahorro energético del secador sería aún mayor.
El principal problema de las toallas desechables es precisamente eso, que no se pueden reciclar y terminan en un vertedero. Ahora bien, según la empresa SCA Higiene Productos son más higiénicas. El número de bacterias que se encuentran en las manos después de secarlas con papel son menos que si las manos se secan con secador. Además, los secadores expulsan las bacterias hasta a dos metros de distancia.
Pero, como suele ocurrir, salen al mercado nuevos productos más eficientes y más responsables con el medio ambiente que pueden llegar a revolucionar el sector.
En esta batalla entre secadores y toallas, ha nacido un nuevo producto. Se trata del secador Dyson Airblade. Se trata de un secador de manos más rápido e higiénico y que, además, purifica el aire antes de expulsarlo sobre las manos. Por si fuera poco, utiliza hasta un 80% menos de energía que los secadores de aire caliente y, por tanto, utiliza menos energía para funcionar, lo que puede reducir las emisiones de CO2 de la empresa, así como su factura eléctrica.
Al ser un nuevo dispositivo, el precio es elevado (aunque siempre hay que contar con lo que se ahorra en la factura elećtrica durante varios años, sobre todo, si lo adquiere un hotel, un restaurante de tamaño grande o cualquier empresa en la que se vaya a usar a menudo). Además, este nuevo secador ecológico elimina hasta el 99% de las bacterias. Está certificado por la Fundación Dermatológica Británica y ha sido nominado como producto innovador en la revista Muy Interesante. También ha conseguido el sello de reducción de carbono del Consorcio de Carbono (Carbon Trust), una entidad británica que avala los productos energéticamente eficientes.