Ayudas a empresas que matan a su propios ciudadanos


James Hansen fue uno de los primeros científicos que alertaron sobre el problema del cambio climático. Lo hizo en 1981. Entonces, sus teorías fueron vetadas por la NASA. Ahora, la Agencia Espacial Norteamericana usa sus satélites para medir esos cambios en el clima global que hace décadas negaba. La ciencia acaba por imponerse, tarde o temprano.

James Hansen ha impartido una charla en la que propone soluciones para el mayor problema al que se enfrenta la humanidad en la actualidad en la Conferencia TED 2012 de California. Tres décadas han transcurrido desde que este científico alertó al mundo, pero no se ha avanzado mucho.

Un importante impulso a la concienciación mundial sobre el problema provino de la conferencia que impartió, precisamente en el mismo lugar, en el evento TED, el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore. Fue en 2006 y explicó de forma muy gráfica los efectos del cambio climático. Aquella charla se convertiría después en el famoso documental Una verdad incómoda, que llegó a ganar un premio Óscar. Pero el problema sigue sin resolverse.

James Hansen tiene algunas propuestas para evitar la cada vez más anunciada catástrofe. La primera de ellas, imponer un impuesto a las empresas productoras de energías fósiles que aumente de forma progresiva cada año, hasta que resulte más caro extraer y vender carbón y petróleo que invertir en energías limpias.

Pero Hansen no se olvida de los ciudadanos, que también tienen su parte de responsabilidad. Éstos, según la opinión del científico, deberían ser penalizados en función de la cantidad de dióxido de carbono que suponga la producción de sus bienes de consumo. La mano invisible de los mercados, a la que se recurre en estos casos, haría el resto.

En opinión del experto, el problema no se puede dejar en manos de los gobiernos. Es demasiado importante. En otras palabras, los créditos de carbono no lo van solucionar. Los gobiernos están sometidos a los intereses del sector energético, en especial, en Estados Unidos. Las empresas que ganan dinero con los combustibles fósiles, además, reciben entre 400.000 y 500.000 millones de dólares al año en subsidios. La situación es absurda: esas ayudas son pagadas por los ciudadanos, que mueren a causa de la contaminación de sus industrias y por desastres climáticos. Casi se podría decir que se están dando ayudas a una industria que mata. ¿Daría un gobierno ayudas a una empresa de armas que luego las utilizara contra sus propios ciudadanos?

Es tan absurdo que es difícil de creer.

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