Sólo hay que encender la televisión o leer los periódicos para ver los efectos del cambio climático en todo el planeta: episodios extremos de inundaciones, sequías y grandes huracanes. El científico mexicano Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995, uno de los veinte premios Nobel que forman parte del jurado de la XXV edición de los Premios Rey Jaime I, ha pedido que la sociedad reaccione a tiempo ante este terrible problema medioambiental.
Molina es físico atmosférico y recordó uno de los compromisos alcanzados en la Cumbre del Clima de Copenhague, en 2009: evitar que la temperatura media del planeta aumente más de 2 ºC en 2050. Y ha avisado de que este objetivo no se está cumpliendo. En pocos años, ya ha subido un grado.
El clima está cambiando y el aumento de temperatura es un hecho probado. Sin embargo, para las grandes economías del mundo, como Estados Unidos y China, lo primordial sigue siendo la competitividad económica, aunque sea a costa del desastre climático global.
Molina ha asegurado que la opinión de la comunidad científica respecto al cambio climático es unánime y ha criticado que algunos medios de comunicación transmitan una división de los expertos, que, en realidad, no existe. La única discrepancia es sobre la velocidad a la que se produce el calentamiento global: no se sabe cuánto aumentará, pero se calcula que entre 3 y 7 ºC antes del final de este siglo XXI.
El científico ha señalado las consecuencias del cambio climático. A corto plazo, provocará sequías e inundaciones más acentuadas, habrá un aumento de los incendios forestales y de las olas de calor, mientras que, a largo plazo, las consecuencias pueden ser extremas: podría desaparecer el Amazonas y producirse una gran elevación del nivel del mar. Ya hay, de hecho, entre un 20 y un 30% de posibilidades de que ocurra esto. Los Gobiernos no pueden quedarse de brazos cruzados, ha rematado.
Impuesto sobre las emisiones
En opinión de Molina, la medida más efectiva a nivel global sería crear un impuesto sobre las emisiones de dióxido de carbono. Se podría completar con otras medidas, como dejar de usar luces incandescentes, aumentar el aislamiento de las viviendas o mejorar la combustión de los automóviles.
Sin embargo, Molina no cree que se lleven a cabo tales medidas: las principales potencias económicas no hacen nada por arreglar el problema (y menos durante la crisis actual) y los ciudadanos tampoco están muy preocupados por ello y, por tanto, no presionan a sus gobernantes.
Por último, el científico ha comentado del peligro en los recortes en ciencia y en educación: si un país pierde una generación entera de estudiantes, la sociedad tarda mucho en recuperarse, ha asegurado Molina.