Entre los numerosos estudios y encuestas sobre el cambio climático, recientemente se ha publicado un informe que se aproxima al asunto desde un punto de vista psicológico. Se trata de saber la percepción de la gente ante el cambio climático y por qué o por qué no se cambia de postura ante tal asunto. Por qué hay gente que cree en el cambio climático y otra gente que no da crédito a los estudios científicos (ni a las evidencias meteorológicas, cabría añadir).
La Universidad de Columbia ha sido la que ha elaborado el estudio, que ha sido publicado en la revista Psychological Science. Lo que ha demostrado este estudio es que las sensaciones que se tienen el día presente, el día que se está viviendo, influye sobre la percepción que se tiene del cambio climático. Es decir, que las personas que creen que el día de hoy es más cálido de lo normal son más propensas a creer y sentir preocupación por el calentamiento global, mientras que las personas que piensan que el día es extrañamente frío, no tienden a preocuparse por el calentamiento global.
Más allá del, a veces, sorprendente funcionamiento de la mente humana, este estudio deja bien claro que creer o no creer que el existe un cambio global en el clima no depende tanto de evidencias científicas y de razonamientos lógicos como de intuiciones u opiniones subjetivas. Lo que, en este caso concreto, no dice mucho de la evolución humana. Desde esa postura, hay sólo un paso, y muy pequeño, para comenzar a pensar que el cambio climático es un castigo de Dios.
Hay que tener en cuenta también que el público en general, quizá alentado por los medios de comunicación que, en su mayoría, no tienen ningún interés en explicar los sucesos de los que hablan, no diferencia entre el clima, más general, y el tiempo, el estado atmosférico de cada día, de cada momento.
La autora principal del estudio, Ye Li, señala que el calentamiento global es algo complejo, pero parece que algunas personas lo confunden con el tiempo que ellos viven cada día. Se están gastando dinero y esfuerzos en analizar el fenómeno y, lamentablemente, la gente es fácilmente influenciable con motivos que ni siquiera ofrecen explicación.
La psicóloga se muestra preocupada por el fenómeno. Los hechos no son suficientes para que los estadounidenses perciban la urgencia de actuar contra el desafío climático. Quizá, en algún momento de los próximos veinte años, la gran mayoría de la sociedad norteamericana crea en la realidad científica del cambio climático, en su gravedad y en la urgencia del desafío. Pero tal vez sea demasiado tarde.