Los organismos marinos podrían generar terremotos

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Los terremotos se producen por causas que, hasta ahora, se creía que eran conocidas. Una nueva investigación realizada en Nueva Zelanda ha detectado otro posible origen. Se trata de los antiguos organismos marinos. La clave está en que en ellos hay depositada calcita desde hace mucho tiempo, lo que se cree que podría afectar a la interacción entre las placas tectónicas.

La investigación

De hecho, el estudio realizado en la Universidad Victoria en Wellington, Nueva Zelanda, apunta la posibilidad de que el próximo terremoto destructivo en la zona de suducción de Hikurangi (Oceanía) podría estar influenciado por la presencia de fósiles de pequeños organismos marinos, que vivieron hace decenas de millones de años.

En concreto, la investigación indica que el terremoto podría estar influenciado por la acumulación de organismos marinos muertos hace millones de años. La clave está en que esta situación podría modificar la dinámica existente entre dos placas tectónicas.

Los estudios científicos previos ya constataban que existe un 26% de posibilidades de que se produzca un gran terremoto en los próximos 50 años en Hikurangi, zona en la que se encuentra la falla límite más grande del país. Esta se extiende frente a la costa este de la isla norte, punto en el que se encuentran las dos placas tectónicas y la del Pacífico se sumerge bajo la australiana.

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Las conclusiones

Ante este riesgo de terremotos, los investigadores analizaron el acantilado rocoso en la falla de Hungaroa. Aquí observaron que las capas de piedra caliza, lulita y limonita en el acantilado cerca de Tora, unos 35 kilómetros al sureste de la ciudad de Martinborough, podría explicar lo que sucede en la zona de subucción en alta mar.

Y es que las rocas se depositaron como lecho marino hace entre 35 y 65 millones de años, apreciándose la presencia de grandes cantidades de calcita, un mineral carbonatado. Los investigadores también detectaron que la falla es sensible a la influencia de la calcita por las condiciones térmicas existentes en la zona.

La clave está en que la calcita, si se disuelve en cantidades suficientemente elevadas, podría debilitar la falla. De esta manera, las dos placas se podrían deslizar y provocar terremotos perceptibles en la superficie. En el caso de no disolverse, la situación sería distinta: cabe la posibilidad de que la falla se bloquee y almacene energía que podría liberarse en forma de terremoto de forma eventual.

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