Los efectos del cambio climático se dejan sentir en los lagos de alta montaña, concretamente a una media de 2.300 metros de altitud, en los Pirineos centrales y orientales. Resultados de un nuevo estudio permiten concluir que el cambio global y la actividad humana influyen de forma directa en su equilibrio, alterando la composición química de sus aguas.
Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) recogieron muestras de lagos ubicados en la zona para analizarlas, y sus resultados registran un aumento de la llegada de polvo procedente del Sáhara.
Trasnformaciones en la circulación atmosférica habría aumentado la cantidad de fósforo que llega hasta los lagos, y el aumento de este elemento desencadena una serie de cambios, como una mayor reproducción del fitoplancton y algas.
El fósforo, de este modo, actuaría de abono, provocando un aumento del fitoplancton y transformando el equilibrio biogeoquiímico de estos lagos, que ahora cuentan con más nutrientes en su ecosistema.
Aunque se han encontrado niveles de nitrógeno anormalmente bajos en los análisis realizados, hay que tener en cuenta que, desde los años ochenta, la lluvia trae un aumento de nitrógeno que, junto con el fósforo, potencian la productividad de los lagos de un modo peligroso para conservar el equilibrio.
La eutrofización o enriquecimiento de nutrientes, por lo tanto, es el fenómeno en el que finalmente derivan todos estos cambios, con los consiguientes cambios producidos en la red trófica de dichos ecosistemas que, por otra parte, son muy frágiles.
Los resultados del estudio se han publicado en el último número de la revista Nature Communications. Entre otros ecosistemas, la investigación estudió el lago Glacé de Cap de Long, en la reserva natural de Néouvielle, Francia, y el lago Redó, uno de los lagos más conocidos del Pirineo catalán.