El cambio climático producirá, en muchas regiones, un clima más seco. Por tanto, el acceso al agua en esos lugares será cada vez más difícil. En algunos ecosistemas se han perdido las aguas que estaban en la superficie y se tiene que recurrir a los acuíferos subterráneos si se quiere obtener el líquido y esencial elemento.
En los próximos años, se debe estudiar el fenómeno del agua subterránea, así como establecer reglas claras y justas para su uso. La falta de agua puede producir muchos perjuicios, desde arruinar cosechas a provocar guerras.
Expertos de la Universidad Estatal de San Francisco y de la Unesco han presentado estas ideas y otras ante el Foro Mundial del Agua, celebrado en Francia. El clima va a ser más cambiante. Va a haber más y mayores variaciones en las precipitaciones. Las fuentes de agua superficial, como los ríos y los lagos, pueden sufrir mayor estrés hídrico en el futuro. Por tanto, la demanda de fuentes subterráneas aumentará. Esto ocurrirá, sobre todo, en regiones con rápido crecimiento de población y mayores exigencias de seguridad alimentaria.
El agua subterránea representa la mayor reserva mundial de agua potable para el futuro. Es una reserva estratégica para luchar contra problemas como el cambio climático, la sequía o la contaminación del agua superficial.
Son recursos hídricos subterráneos, es decir, invisibles, lo que crea muchos problemas. Es agua que está contenida en la roca, que no se ve, pero que puede obtenerse y ser salubre.
En Estados Unidos, sin ir más lejos, cerca de la mitad del agua para consumo humano proviene de fuentes subterráneas. Hay cálculos que señalan que cerca del 43% del agua usada en todo el mundo para irrigar cultivos tiene ese mismo origen. Para algunas comunidades, es la única fuente de agua.
Hay dos tipos de acuíferos. Algunos se llenan naturalmente por la infiltración del agua de lluvia en la roca. Pero otros no son renovables, están a gran profundidad, a cientos de metros, donde hay estratos impermeables. El problema de estos últimos acuíferos es que no son un recurso infinito. Por tanto, si se continúa con su explotación sin control, se pueden agotar.
El problema podría quedar resuelto y no seguir construyendo donde no se debe, pero los ayuntamientos y las constructoras «mandan», en las todas de decisiones, en Godella, o donde sea. Es así de triste.