El papel de los bosques y de determinadas especies vegetales se ha demostrado que es clave para combatir y minimizar el calentamiento global. Y, ahora, una nueva investigación ahonda en la función de las selvas africanas de las que se ha comprobado que ayudan a minimizar el calentamiento global. Su papel es clave incluso en épocas de calor extremo y sequía como sucedió con El Niño en los años 2015-2016, período en el que siguieron eliminando carbono de la atmósfera.
El estudio
La Escuela de Geografía de Leeds, en Reino Unido, ha realizado un seguimiento de los árboles de 100 selvas tropicales diferentes en países africanos. Este proceso ha permitido comprobar que los bosques intactos de todo el continente seguían eliminando 1.100 millones de toneladas de dióxido de carbono al año de la atmósfera durante el período de seguimiento de El Niño. El dato es relevante, puesto que equivaldría a tres veces las emisiones de dióxido de carbono del Reino Unido en 2019.
Según los datos de este estudio, que se ha publicado recientemente en PNAS, en el período comprendido entre los años 2015 y 2016, las selvas africanas han experimentado un calentamiento de 0,92 grados centígrados por encima de la media de 1980-2010, así como la sequía más fuerte de la que se tienen datos.
Son dos situaciones que se derivan de las condiciones de El Niño y el efecto del cambio climático, que han sido estudiadas. Entre las conclusiones, destaca el hecho de que no hubo ninguna desaceleración brusca del crecimiento de los árboles ni un gran aumento de su muerte por las condiciones climáticas extremas.
La captación de dióxido de carbono, de forma generalizada, en estos bosques tropicales se redujo en un 36%, pero destaca que continuaron funcionando como sumideros de carbono.
El estudio también ha puesto de manifiesto que estos bosques tropicales africanos parecen ser más resistentes que los de la Amazonia y Borneo a cierto calentamiento y sequía adicional.
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