A pesar de los buenos resultados de la cría en cautividad del felino más amenazado del mundo, que está consiguiendo recuperar la especie, el lince ibérico estará en grave peligro las siguientes décadas debido al calentamiento global. El esfuerzo de expertos y los 100 millones de euros que se han gastado para conservar los últimos trescientos ejemplares de lince ibérico quizá no sirvan de nada.
Por ello, un grupo de científicos pide un cambio en los programas de conservación. Miguel Araújo, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), advierte de que la especie puede desaparecer en los próximos cincuenta años a causa del cambio climático.
El cambio climático provocará un rápido y brusco declive del lince ibérico, según la nueva investigación. Los científicos creen que en medio centenar de años el felino desaparecerá si no se tiene en cuenta la subida de las temperaturas. Sólo quedan dos poblaciones y no es probable que puedan adaptarse a tiempo.
La buena noticia es que aún se puede revertir esta situación, adaptando los programas del conservación del lince ibérico a las consecuencias que conlleva el cambio climático. En Andalucía, hay más de trescientos ejemplares en libertad. Son las dos últimas regiones de todo el planeta donde aún viven en libertad: Doñana y Sierra Morena.
Emigración al norte
Los linces que quedan se deben enfrentar a los cazadores furtivos, a los atropellos, a la pérdida de hábitat y a la falta de su alimento preferido, el conejo. Pero ahora se ha descubierto una nueva amenaza: los efectos del cambio climático, que, por otra parte, afecta a otras amenazas, como la abundancia de presas o la posibilidad de conectar su hábitat.
Las autoridades españolas liberan linces criados en cautividad en las citadas regiones, en el sur de España. Sin embargo, los autores del estudio señalan que las zonas adecuadas para su supervivencia se encuentran más al norte: son regiones con más conejos y que pueden ofrecer un hábitat continuo. En la mitad norte de España, la población de linces ibéricos podría llegar a alcanzar, a finales de siglo, casi el millar de ejemplares.