Para algunos, el cambio de hora supone una molestia. Ya sea cuando se entra en el otoño, ya sea cuando comienza la primavera, algunas personas sienten que se les cambia el biorritmo y no se recuperan hasta que transcurren varios días. Algunos países lo realizan y otros no. ¿Sirve de algo? Sobre todo, para ahorrar energía.
El horario de verano, que acabará en unos días en Europa, ha evitado la emisión a la atmósfera, según ha calculado la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), de un millón de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Por tanto, la contribución a la lucha contra el cambio climático no es desdeñable.
La citada asociación ha calculado que la medida ha supuesto una reducción del 9,8% el consumo de iluminación en los hogares, lo que equivale a un ahorro de 250 millones de euros en gasto energético, además de evitar la emisión de CO2. Aunque el ahorro por hogar no es muy significativo, hay que pensar que son millones de ellos durante meses que, sumados, hacen muy beneficiosa la medida.
Ahora es hora de volver al horario de invierno. En la madrugada del próximo domingo 30 de octubre, en España, a las 3.00 horas se retrasarán los relojes y serán, de nuevo, las 2.00.
Según la Comisión Europea, la medida no sólo es beneficiosa por el ahorro energético que supone, sino también porque repercute positivamente en otros campos como la salud, el turismo o la seguridad vial.
Desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) aclaran que no basta con cambiar la hora, sino que hay que tener también un comportamiento responsable en el hogar y prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria.
Toda la Unión Europea hace este cambio, así como Estados Unidos, Canadá y muchos países de Latinoamérica. algunos países cercanos al Ecuador terrestre no adoptan tal costumbre, ya que las estaciones casi no influyen en las horas en las que amanece o anochece.