En las cumbres del clima organizadas por la ONU, se discute el destino de billones de euros. Pero, sobre todo, y en ésta recién comenzada en Durban, Sudáfrica, nos jugamos el futuro del planeta, el futuro del bienestar de millones de personas, que el futuro esté lleno de hambrunas y desastres naturales o no. La anterior cumbre, en 2009, la de Copenhague, fue un gran fracaso. La que arranca hoy, 28 de noviembre de 2011, en Durban, ha rebajado sus objetivos y sólo pretende que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) disminuyan. Pero ni siquiera se va a llegar a ese acuerdo de mínimos.
Los científicos lo avisan. Al ritmo actual, la temperatura media del planeta aumentará entre 3 y 3,5º C hacia final de siglo. El límite lo estipularon en 2º C. En algunos países, como España y otros mediterráneos, esta subida puede llegar a los 6º C en 2100. Dicho claramente: un desastre sin precedentes e irreversible. ¿El fin del mundo? No. Solamente el fin del ser humano.
Un acuerdo global y vinculante podría evitarlo. La Unión Europea está dispuesta a lograrlo y a cumplirlo. Pero países como Estados Unidos y China, no. Hay negociadores de 195 países que se reunirán hasta el 9 de diciembre. Pero si países tan importantes como los citados no aportan algo, el fracaso es seguro.
El Protocolo de Kioto expira en 2012. Hasta el momento ha sido el único tratado internacional para reducir las emisiones. Estados Unidos no lo ratificó. Tampoco se controló las emisiones de los países emergentes: China, India y Brasil. En 1992, cuando se firmó el tratado, no emitían como ahora. Japón, Canadá y Rusia tampoco queiren firmar una renovación de Kioto. A partir del año que viene, 2012, cada país hará lo que quiera en cuanto a emisiones de CO2. A no ser que se llegue a un acuerdo en las próximas semanas. Algunos lo considerarían un milagro. El milagro que salvaría a la humanidad.