Un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pontificia Católica de Chile ha dado a conocer cómo los niveles elevados de dióxido de carbono (CO2) agravan el estrés derivado de los bajos niveles de oxígeno (O2) en el océano. El trabajo, llevado a cabo a lo largo de la costa chilena y publicado en la revista Biogeoscience, se centra en delimitar la columna de agua en la que la conjunción de estos parámetros limita la capacidad de mantener la presencia de organismos marinos.
Los océanos han absorbido cerca del 25% del CO2 emitido por el hombre, algo que ha alterado la química, provocando una progresiva acidificación de las aguas, que constituye una amenaza para los organismos calcificantes, como los corales y calcificadores planctónicos. Sin embargo, el CO2 también afecta la eficiencia de la respiración aeróbica marina, que depende de la relación entre los niveles de CO2 y O2 presentes en el agua.
El trabajo demuestra que, no sólo la hipoxia (bajos niveles de O2) genera problemas de respiración, sino que altos niveles de CO2 constituyen también una amenaza para el proceso de respiración aeróbica marina. Así, el grosor de la columna de agua que alberga problemas de respiración podría ser aún mayor y, si consideramos las predicciones de aumento de CO2 en los océanos, la tendencia es que siga aumentando, ha explicado la investigadora del CSIC Eva Mayol, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados.
Debido a un efecto combinado de bajas concentraciones de O2 y altas de CO2, la respiración se ve comprometida entre los 200 y 400 metros de profundidad, mientras que la biocalcificación continúa viéndose comprometida en casi toda la columna de agua, exceptuando en las aguas superficiales y en pequeñas parcelas bajo los 600 metros.
Visto de este modo, la acidificación no sólo supone problemas de calcificación en organismos calcáreos, sino que también es una amenaza para el proceso de respiración en organismos aeróbicos. Así, los altos niveles de CO2 actúan como una bisagra, conectando dos importantes desafíos, la respiración y la biocalcificación.
Este estudio advierte de que, si el CO2 sigue aumentando y las capas superficiales del océano alcanzan niveles críticos, la vida marina aeróbica, que vive en estas aguas, podría verse fuertemente afectada en el proceso de respiración y repercutir en organismos importantes para la industria pesquera.