Los océanos empiezan a revertir su papel de sumideros de gases

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Los océanos son un elemento clave en la lucha contra el cambio climático porque absorben alrededor del 30% de las emisiones de dióxido de carbono y aproximadamente el 80% del calor que se genera con el creciente aumento de los gases de efecto invernadero. Es un papel que, sin embargo, ahora puede verse empañado por una nueva investigación en la que se ha observado que los océanos empezarán a emitir gases cloroflurocarburos que agotan la capa de ozono o CFC, que fueron absorbidos de la atmósfera para pasar a las profundidades oceánicas.

La investigación

Este estudio ha sido realizado por investigadores del MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets). En esta investigación se han dado cuenta de que los flujos oceánicos de, al menos, un tipo de CFC (los conocidos como CFC-11), afectan a las concentraciones atmosféricas. Los CFC-11 se han empleado para fabricar refrigerantes y espumas aislantes y, cuando se emiten a la atmósfera, se produce una reacción en cadena que destruye el ozono.

Este hallazgo es especialmente importante porque, anteriormente, los CFC marinos se han empleado como trazadores para estudiar las corrientes oceánicas. En los estudios se había asumido que su impacto en las concentraciones atmosféricas era insignificante.

Sin embargo, no es así. Ahora los investigadores han detectado que los océanos, de forma global, revertirán su papel de sumidero de esta sustancia química, que agota la capa de ozono, para ser emisores.

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La previsión de los investigadores es que los océanos empiezan a emitir más CFC-11 a la atmósfera de la que absorben en el año 2075. Esto supondrá que emitirán cantidades detectables de esta sustancia química en el año 2130. Un cambio que, por efecto del cambio climático, se adelanta una década.

Los efectos

Las emisiones de CFC-11 del océano extenderán el tiempo de residencia de la sustancia química, haciendo que pueda permanecer cinco años más en la atmósfera. Una situación que podría generar afecciones en las estimaciones de las futuras emisiones de esta sustancia.

Un hecho que hay que tener en cuenta porque el uso de esta sustancia se prohibió en 2010 en todo el mundo según el Protocolo de Montreal y, su mayor presencia, puede requerir otras medidas o cambios en los cálculos para contemplar estas emisiones de los océanos.

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