Carbono azul: las emisiones que absorben los océanos


Los bosques absorben dióxido de carbono (CO2) y son fundamentales para mitigar el cambio climático. Pero dicha función también la realizan los océanos a través de las diversas plantas que viven en el interior del mar. Por tanto, la humanidad debe proteger estos ecosistemas marinos, ya que son responsables de capturar buena parte del carbono que se emite.

Los ecosistemas marinos que más carbono absorben son las praderas oceánicas, los manglares y las marismas. El papel que desempeñan en el ciclo del carbono a nivel global es esencial y se deben proteger. La capacidad del océano para secuestrar carbono atmosférico es cada vez menor debido a la degradación que sufren estos ecosistemas.

Las Naciones Unidas advierten de que hasta el 60% de los principales ecosistemas marinos ha sido degradado o está siendo utilizado de manera no sostenible. Desde 1980, casi el 20% de los manglares ha desaparecido y algo similar ocurre con las marismas de marea.

Este tipo de ecosistemas tienen una alta capacidad para absorber grandes cantidades de carbono por amplios periodos de tiempo, de hasta milenios. Aunque, en la actualidad, cubren menos del 0,2% de todo el lecho marino, retienen el 50% del carbono capturado por los organismos fotosintéticos del planeta. Las tasas de secuestro de carbono de estos ecosistemas son mayores que las de los bosques tropicales. Por otra parte, suponen beneficios ambientales que benefician a las comunidades locales.

Otros beneficios ambientales


Los ecosistemas costeros están amenazados por la expansión y el desarrollo de actividades humanas como la creación de cultivos o el desarrollo de infraestructuras industriales y de comunicación. Se pone así en riesgo sectores productivos que generan empleo e ingresos, como el turismo. Se calcula que el valor de los servicios que proveen es de 20 millones de euros al año en el mundo.

La protección, mejor gestión y restablecimiento de los sumideros de carbono azul evitaría la pérdida de hasta 450 millones de toneladas de carbono al año. Esto supone una reducción del 10% de las emisiones globales de CO2 estimadas para 2050, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

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