El calentamiento global es una realidad y ocurre en todo el planeta. Nadie se libra de la subida de temperaturas global. Siempre han existido las olas de calor, es cierto. Pero nunca en tantos lugares lugares del mundo ni con tanta frecuencia.
Según científicos del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS), órgano perteneciente a la NASA, los olas de calor que se registraban hace medio siglo afectaban solamente al 1% de la superficie del planeta. En la actualidad, afectan a un 10%. Así se recoge en un artículo que se publicará en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los científicos tomaron como base las temperaturas de verano registradas entre 1951 y 1980 para compararlas con las actuales. Los expertos comprobaron así que se se ha producido un sustancial aumento de las anomalías relacionadas con el calor.
Un verano frío se registraba en un 30% de los casos, según los datos climatológicos, en el período entre 1951 y 1980. Actualmente, sólo ocurre en un 10%. En cambio, los períodos de calor han aumentado del 33% al 75%, como señalan los autores del estudio.
Pero el peor fenómeno son las llamadas olas de calor, períodos en los que la temperatura media excede por mucho la media climática. De 1951 a 1980 este tipo de fenómeno se daba en menos del 1% de la superficie terrestre, mientras que hoy en día se produce en un 10%.
Algunos meteorólogos niegan la relación entre el calor anómalo y el calentamiento global. Buscan otras razones a fenómenos como el ocurrido en Rusia en el verano de 2010, excesivamente árido, otras causas como un anticiclón bloqueante; o el tremendo calor en Texas en 2011, que habría sido causado por el impacto del fenómeno La Niña, que se produce en el Pacífico.
Los científicos del Instituto Goddard señalan en este nuevo estudio que los anticiclones bloqueantes y La Niña existieron siempre, mientras que el aumento de las áreas de calor extremo empezó a registrarse junto con el calentamiento global.
El calor excesivo puede provocar tanto sequías como abundantes lluvias e inundaciones. Por otra parte, en los inviernos templados se multiplican las plagas que destruyen los bosques (como, de hecho, está ocurriendo en Norteamérica), han advertido los expertos, que piden medidas urgentes para limitar las emisiones de carbono a la atmósfera.