Un nuevo estudio analiza cómo las ciudades pueden desarrollar un futuro bajo en carbono mediante un acercamiento de los sectores estratégicos. Es la ciudad ideal del futuro, pero que tiene que comenzar a desarrollarse en el presente. No se puede esperar más para planificar y modificar, si es necesario, las ciudades desde un punto de vista ambiental.
Las ciudades son parte importante de la lucha contra el cambio climático. Algunas, intentan reducir sus emisiones, pero no existe una información adecuada y fiable para orientar las políticas hacia una mejor gestión del carbono. Además, existen problemas tales como la definición de los límites de la ciudad o los intereses de gobiernos, empresas y otros grupos.
Por otra parte, para enfrentarse al cambio climático, hay que trabajar con una perspectiva de tiempo amplia, de varios años, décadas en muchos casos, periodos de tiempo que superan el corto punto de vista de los políticos que, a duras penas, piensan en decisiones que duren más allá de una legislatura. Un claro ejemplo son los compromisos europeos de reducción de las emisiones de carbono para 2020 y 2050 que necesitan medidas que se pongan en marcha ahora (y hace años, en realidad).
En este contexto, los investigadores han elegido la ciudad de Bristol, en el Reino Unido, como caso de estudio. Bristol se ha fijado el objetivo de reducir las emisiones de carbono en un 80% para 2050 respecto a los niveles de 1990, Es uno de los planes más ambiciosos de una ciudad de Europa.
Muchos actores, una sola dirección
El estudio ha analizado la generación de energía, el transporte, la arquitectura, los estilos de vida y muchos otros aspectos. Los grupos de interés lo componen expertos de la política, de la gestión de lo urbano, técnicos y académicos de diversos ámbitos, como la economía, la planificación del transporte, la
energía o el cambio climático.
En el estudio se ha utilizado el método Delphi, que consta de varias rondas de preguntas y que incluye una en la que se anima a los entrevistados a que reflexionen y comenten las respuestas de los otros participantes. A partir de estas entrevistas, los investigadores identificaron algunos temas comunes y elaboraron siete escenarios diferentes para un futuro bajo en carbono.
Los asuntos diferencian estos siete escenarios son el localismo frente a la globalización, la prosperidad económica, la tecnología, las posibles soluciones y la descentralización.
Por ejemplo, el escenario llamado Modern Malthusian tiene más en cuenta los intereses locales y da prioridad a la prosperidad económica con enfoques colectivos en el comportamiento para reducir las emisiones. En cambio, el escenario llamado Globalised Success tiene un enfoque global en la prosperidad económica y un fuerte énfasis en el papel de la tecnología para reducir las emisiones.
Por supuesto, cada grupo ofrece respuestas y opiniones diferentes. Cada uno vela por sus intereses, aunque a todos conviene que el cambio climático se mitigue. Por ejemplo, las respuestas de las empresas se encaminan hacia un aumento de la innovación tecnológica que permita reducir la huella de carbono, especialmente, en una escala local.
Por tanto, hay muchos puntos de vista respecto a cómo afrontar la lucha contra el cambio climático. Los gobiernos no piensan igual las empresas y éstas no tienen la misma opinión que los ciudadanos. Son diferentes puntos de vista ante un mismo problema. Se trata de encontrar los puntos en común para aunar esfuerzos en un problema que a todos concierne. Hay que planificar políticas a más largo plazo y lograr que las instituciones, tanto públicas como privadas, gestionen las acciones de forma eficiente y, sobre todo, duradera.
No es fácil saber qué ocurrirá en el futuro. Ni siquiera para los mayores expertos en el clima. Pero el gran desafío de frenar el calentamiento global no tendrá éxito si toda la sociedad colabora unida y hacia una misma dirección. Si cada uno hace la guerra por su cuenta, perderemos la batalla.