Continúa la expedición del buque Sarmiento de Gamboa


El Sarmiento de Gamboa, un avanzado buque que lleva surcando las aguas desde agosto de 2008, sigue trabajando en el análisis y la lucha contra el cambio climático. Tiene en su haber, en su corta vida, veintiún campañas científicas. En la actualidad, se están lanzando desde la cubierta del Sarmiento de Gamboa boyas que contienen un robot que se sumergirá en el océano Atlántico para medir su salinidad, su presión y su temperatura.

Ya hay más de 3.200 de estas boyas repartidas por mares y océanos. Funcionan durante tres años. Se analiza así la parte más cercana a la superficie del mar, los dos mil primeros metros de profundidad, para saber de qué modo afecta esta gran masa de agua al clima global.

En las próximas semanas, se esparcirán estas boyas en la porción del océano Atlántico que se encuentra entre las islas Canarias y la península de Florida, Estados Unidos. La primera de estas boyas se lanzó el 1 de febrero a 140 millas náuticas al suroeste de la isla de El Hierro. Ahora el buque se encuentra rumbo a la isla de Santo Domingo. Por su parte, el buque Hespérides lanzará otras seis de estas boyas robotizadas. Ambos barcos componen la expedición Malaspina, auspiciada por el CISC (Centro Superior de Investigaciones Científicas de España).

La expedición es parte del proyecto Argo, que se desarrolla desde 2002 y en el que colaboran más de treinta países. Su objetivo es recabar datos de los dos mil metros más superficiales del océano cada diez días. Con los datos de más de miles de estaciones meteorológicas permitirán predecir el tiempo con más exactitud. Las boyas envían los datos recogidos vía satélite, que se ponen inmediatamente a disposición de los investigadores del proyecto Argo y de cualquier persona que lo desee.

La franja oceánica atlántica entre Canarias y Florida es muy importante para el desarrollo del clima porque se produce el mayor transporte de calor de ese océano hacia el norte. Esa parte del planeta ha interesado especialmente a los científicos y ya se han realizado allí seis campañas de medición de parámetros del agua. Este flujo de calor que se desplaza hacia el norte afecta al clima europeo de modo que el invierno en Lisboa es más templado que el de Nueva York, aunque estén en la misma latitud. Pero es que, además, una variación de la temperatura de una superficie tan extensa del planeta puede afectar a todo el planeta Tierra.

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