Yakutsk, la capital de la república rusa más fría del mundo, Yakutia, registró el martes 24 de enero, la temperatura histórica más alta en invierno: diez grados centígrados bajo cero, treinta grados por encima de la media para la fecha. Resulta paradójico que este hecho se produjera días antes de una ola de frío que ha asolado el este de Europa.
La última vez que se había registrado una temperatura similar en la capital de la también llamada República de Saja había sido en 1932. Lo más habitual para finales de enero es una temperatura de cuarenta grados centígrados bajo cero, según ha explicado el jefe del servicio meteorológico regional, Yuri Dijtiarenko.
Yakutia es famosa por acoger el pueblo más frío del planeta, Oymyakon, donde, en 1926, se registró la temperatura más baja del planeta: con sólo decirlo entra un escalofrío, 71,2 grados centígrados bajo cero. Este año, en cambio, se vive un invierno inusualmente «cálido».
La culpa es de un potente anticiclón, que genera una gran anomalía en todo el clima de Yakutia. Así, en ningún lugar de la región la temperatura baja de los -40º C, un fenómeno pocas veces visto. Por otra parte, no hay nada de sorprendente en estos procesos según Dijtiarenko, pues los anticiclones están dentro de la normalidad.
Por su parte, el investigador de un laboratorio de geofísica térmica, Yuri Skachkov, manifestó que el clima está cambiando en los últimos años en Saja. Antes, en los años setenta y ochenta del siglo XX, lo habitual en invierno eran bancos de niebla con temperaturas de unos 55 grados bajo cero.
Esto ocurre en la región del Extremo Oriente ruso, mientras el sur del país sufre bajísimas temperaturas pocos días después. Desde la llegada del invierno, más de una docena de ciudades rusas, sobre todo, en la parte europea del país, han registrado marcas récord de temperaturas cálidas: en San Petersburgo, 3,9 grados de 2003 fueron superados ampliamente por los 6,6 grados del pasado 27 de diciembre; también en Kaliningrado (9,2 grados), Smolensk (4,4 grados) y Pskov (8,5 grados).
El 27 de diciembre, la temperatura en Moscú alcanzaba su marca más alta de la historia para ese día del calendario y se situaba en 4,1 grados centígrados.