Culmina la expedición Malaspina


El buque oceanográfico Hespérides ha estado siete meses navegando y ha recorrido unas 32.000 millas náuticas. Después de este viaje, ha regrasado a España, dando por terminada la expedición científica Malaspina. El proyecto ha sido liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y ha supuesto un legado de más de 120.000 muestras de aire, agua, gases y plancton de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, que servirán para posteriores estudios y trabajos que realice la comunidad científica internacional que potencien futuros estudios sobre la biodiversidad del océano y el impacto del cambio climático global.

El Hespérides es un barco perteneciente a la Armada Española. Se hizo a la mar el 15 de diciembre de 2010 en Cádiz. Ha realizado paradas en Río de Janeiro (Brasil), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Perth (Australia), Sídney (Australia), Auckland (Nueva Zelanda), Honolulú (Hawai) y Cartagena de Indias (Colombia). Otro buque, el Sarmiento de Gamboa, perteneciente al CSIC, regresó en abril procedente de Santo Domingo (República Dominicana), donde llegó tras haber explorado el océano Atlántico durante casi dos meses.

Con la llegada a puerto, en realidad, comienza para los científicos la parte más importante de la expedición: años de trabajo en el laboratorio, análisis de datos y muestras y estudios en los que se espera descubrir resultados científicos tangibles en el proyecto.

La expedición ha evaluado, a través de varios experimentos, el impacto del cambio climático global sobre el plancton marino. El aumento de la temperatura de las aguas ha afectado en el metabolismo, la producción y la capacidad para actuar del plancton como fuente o sumidero de dióxido de carbono, el impacto de la radiación ultravioleta sobre su actividad fotosintética, el grado de acidificación de las aguas oceánicas por la penetración de CO2 y su impacto sobre los organismos calcificadores.

Así mismo, los investigadores han detectado una pérdida preocupante de oxígeno en aguas subtropicales y tropicales en todos los océanos. Una de las principales causas del fenómeno es la falta de ventilación, un proceso relacionado también con el calentamiento global. Con las muestras tomadas en estas aguas, los científicos esperan poder secuenciar por primera vez el genoma del plancton que vive en estas condiciones.

El problema del plástico

Los investigadores han comprobado otro de los grandes problemas que sufren nuestros océanos: la presencia de grandes cantidades de fragmentos minúsculos de plástico en el giro del Atlántico Sur. Se trata de una lugar muy alejado de los continentes, donde la actividad industrial humana es casi inexistente y en la que, sin embargo, se acumula este material contaminante. Los científicos temen que estos plásticos interfieran en el comportamiento de las comunidades naturales marinas en la zona.

En el Pacífico Sur, cerca de Samoa, registraron la mayor transparencia en el agua medida hasta el momento. La radiación ultravioleta penetra en ese lugar hasta los sesenta metros de profundidad en dosis suficientes para causar mortalidad en las células del plancton. Esto es debido a la escasez de materia orgánica disuelta y de fitoplancton, así como a la disminución de la capa de ozono.

Por su parte, los científicos a bordo del Sarmiento de Gamboa exploraron el giro subtropical del Atlántico Norte, y comprobaron que la temperatura del océano en esta región ha aumentado en la cuenca este, mientras que en la cuenca oeste ha disminuido. Otro hallazgo novedoso es que la capa más profunda, la que se sitúa a más de 5.000 metros de profundidad, se ha calentado.

Las prospecciones realizadas hasta los 6.000 metros de profundidad han aportado a los investigadores una idea más precisa de las propiedades del océano profundo. Aunque esta zona, prácticamente desconocida, no esconde una gran cantidad de microorganismos (su abundancia es de 10 a 100 veces inferior a la de la superficie), se trata de un ecosistema con una actividad biológica más intensa de lo que se pensaba. En concreto, el océano profundo ecuatorial tiene, a 4.000 metros, una producción bacteriana 10 veces mayor a la de otros puntos del océano.

Fukushima

A su paso por el Pacífico, entre Auckland y Honolulú, la expedición recogió muestras de partículas atmosféricas, agua y plancton para evaluar la posible radiactividad procedente de la central nuclear de Fukushima. Habrá que esperar al análisis en el laboratorio para obtener resultados fiables.

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