Es un hecho que el desarrollo económico va ligado a una mayor contaminación. Al menos, el desarrollo que se ha producido desde que comenzó la Revolución Industrial hasta nuestros días. Por eso muchos expertos comienzan a abogar por un cambio en la forma de crecer económicamente, porque el planeta está llegando a su límite en cuanto a explotación de recursos se refiere. Se habla de economía sostenible, una economía que se base en los beneficios a largo plazo y el respeto por los recursos naturales, sin agotarlos. Incluso se está comenzando a hablar de decrecimiento: es perjudicial para el bienestar humano tanto crecimiento sin medida, así que se debería comenzar a decrecer económicamente, repartiendo de forma más equitativa la riqueza.
En este sistema económico, por tanto, los países que más contaminan son los ricos, Europa, Estados Unidos, Japón, o los que más crecen, China, Brasil. Y, en el caso del continente africano, el país que más contamina, pues es el que tiene una economía más estable y potente, es Sudáfrica.
La mayor economía de África es la responsable de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero del continente. El 80% de sus 400 millones de toneladas de dióxido de carbono proceden del sector energético. Como ocurre en el resto del planeta, las temperaturas comenzarán a subir en diversos lugares del continente, pero lo harán entre cuatro y cinco grados. Es decir, que es bastante probable que África se vea más afectada por el cambio climático que otros continentes. El planeta no es justo. Nunca lo ha sido. Es implacable, amoral.
Estos cambios en la temperatura, unidos a cambios en las precipitaciones, tanto en intensidad como en los lugares donde se van a producir, van a afectar gravemente a la agricultura. En la recientemente clausurada XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), celebrada en Cancún, se ha hablado de la posibilidad de que Sudáfrica se una a otras economías emergentes y se comprometa a hacer lo que esté en su mano para reducir las emisiones.
Antes, en la anterior conferencia sobre el cambio climático, en Copenhague, Sudáfrica ya anunció voluntariamente una reducción del 34% de sus emisiones para 2020. Pero esta disminución estaba condicionada a que otros países hicieran lo mismo. El clima nos concierne a todos. La ministra de Agua y Asuntos Ambientales sudafricana, Edna Molewa, lo ha dejado bien claro: ha dicho que ellos tienen el derecho a crecer y reducir la pobreza. Es más fácil, dicho de otro modo, ser respetuosos con el medio ambiente cuando se vive en un estado de bienestar. Es más fácil luchar contra el cambio climático si eres europeo.
Con todo, Sudáfrica debe desarrollar energías alternativas para desarrollar y garantizar su suministro eléctrico, del que depende gran parte de su economía, pero que, como decimos, también es el que más contamina. El llamado Segundo Plan Integrado de Recursos del Gobierno sudafricano persigue estos objetivos sin olvidar sostenibilidad, seguridad del suministro, accesibilidad e impacto ambiental.
Pero las perspectivas no invitan al optimismo. Se espera que, para 2030, el 48% de la demanda total de energía sea cubierta por carbón y sólo el 30% por fuentes renovables, incluyendo la nuclear. Se construirán seis nuevas centrales atómicas, la primera de las cuales entrará en funcionamiento en 2023.
Pero algunos expertos, como Richard Worthington, del Fondo Mundial para la Naturaleza, piensa que el cambio a una economía en Sudáfrica puede poner en riesgo los empleos. La organización Greenpeace tiene una visión muy distinta: han calculado que se crearían 78.000 empleos adicionales en el sector de las renovables.
Nunca se puede perder la perspectiva económica cuando se habla de la lucha contra el cambio climático. Si las personas no tienen qué comer, no van a preocuparse por el clima. Y, si un país que intenta reducir la pobreza de sus ciudadanos ve cómo los países ricos no se comprometen definitivamente para reducir sus emisiones contaminantes, no lo harán ellos tampoco. Es más, no se puede tener el cinismo de pedírselo.