Estados Unidos o, más exactamente, el gobierno de Donald Trump, anda dándole vueltas a la posibilidad, deseada posibilidad, de salir pitando del Acuerdo climático de París. No se trata de deshojar una margarita, sino de ver de qué modo se quitan de encima el compromiso que adquirió el gobierno de Obama con su adhesión al mismo, que entró en vigor recientemente, tras su firma en noviembre del pasado año.
Fue un momento histórico, pues no siendo vinculante, sí puede considerarse un gran paso adelante en la lucha contra el cambio climático por su orientación a la acción y carácter global. Sin embargo, el apoyo clave con el que contaba por parte de Estados Unidos peligra desde el mismo momento en el que Trump salió elegido como nuevo presidente del país, cuyas emisiones de gases de efecto invernadero son enormes.
Limpiar, limar, hidratar y pintar
Pero no solo eso. Además de ser un gran contaminador a nivel mundial, junto con otros países como China, su compromiso climático es en sí mismo un ejemplo para el mundo, habida cuenta de su influencia como potencial mundial.
¿Qué ocurrirá finalmente? Si nos basamos en las últimas declaraciones de uno de los hombres de confianza de Trump, podrían no romper la baraja. Los Estados Unidos deben quedarse en el Acuerdo de París sobre el clima, pero modificando las condiciones, declaró esta semana el secretario americano de energía, Rick Perry.
«No voy a decirle al presidente de los Estados Unidos que abandonemos el Acuerdo de París sobre el clima, sino que debemos renegociarlo», dijo en una conferencia organizada por Bloomberg sobre el futuro y la financiación de las energías renovables.
También se ha manifestado en el mismo sentido el Secretario de Estado, Rex Tilleson, ex director general de la petrolera ExxonMobil, mientras el director de la Agencia de protección ambiental (EPA), Scott Pruitt considera que hay que salir del mismo, pues se trata de «un mal negocio para América». Eso sí la decisión final la tendrá Trump, que supuestamente conoceremos a finales de mayo. Sea como fuere, las expectativas no son optimistas.