Uno de los sectores clave, quizá el más importante de todos, para reducir las emisiones de efecto invernadero y cumplir con el Protocolo de Kioto y mitigar el cambio climático, es el sector eléctrico. En este sentido, en el Estado español se están reduciendo año a año las emisiones, lo que es una buena noticia para el problema climático global.
El sistema eléctrico español está camino a cumplir el compromiso de Kioto gracias al desarrollo de las energías renovables. Además, los beneficios no son sólo medioambientales, sino también económicos. Así, en 2010, el sistema eléctrico español ha producido un total de 56 Mt de dióxido de carbono en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) equivalentes, lo que supone un descenso respecto al año anterior, en el que se emitieron 74,2 Mt de CO2. De hecho, este nivel supone situarse en niveles inferiores a los de 1990.
El objetivo inicial de España respecto al Protocolo de Kioto era no superar más del 15% durante el periodo 2008-2012 las emisiones respecto al año de referencia, 1990, que fueron 64,5 MT de CO2. Los datos y características del consumo eléctrico en 2010 en el mercado español fueron las siguientes:
– El consumo total de energía eléctrica aumentó en un 3%, situándose en 260.696 millones de kWh.
– La producción hidráulica ha sido la más alta desde el año 1997, gracias a las abundantes lluvias que se han producido. La producción hidráulica ha sido un 65% superior a la del año anterior. Esto supuso cubrir el 14% de la demanda total.
– La producción nuclear también aumentó en un 17,4 %, principalmente porque no ha sido necesario realizar muchas paradas para recarga de combustible.
– La electricidad proveniente del carbón y del gas natural ha descendido (un 34 y un 17%, respectivamente).
– La producción de renovables y cogeneración ha aumentado un 12,1%. En total, las renovables han cubierto un 35% de la demanda de 2010. Destaca la eólica, con un crecimiento del 18,5%, lo que supone un 16% de la demanda total.
Al beneficio medioambiental que suponen las energías renovables, hay que añadir los de evitar costes asociados a la compra de derechos de emisión, la disminución de la dependencia energética y ser una forma de potenciar la generación de empleo. Así, el único dato negativo es el de que se sigue aumentando el gasto. La eficiencia energética se convierte así en la asignatura pendiente.