El cambio climático provoca desplazamientos geográficos en animales. No siempre son radicales cambios de hábitat sino, simplemente, mudanzas o huidas como respuesta a las alteraciones que ocasiona su impacto.
Pero la migración no es el único modo de reaccionar a este fenómeno, ni mucho menos. También se producen cambios morfológicos, tal y como se ha observado en la reducción del tamaño del cráneo del oso polar o en en de las alas de algunos tipos de mariposas. Del mismo modo, aunque no tengan posibilidad de escapar corriendo de forma tan rápida, las plantas también están afectadas.
Los eventos extremos (aumento de las temperaturas, olas de calor, de frío, primaveras falsas, huracanes, inundaciones, lluvias torrenciales, etc.) enloquecen el tiempo y afectan a aspectos tan fundamentales para la vida de los animales como su apareamiento, tiempo de hibernación, alimentación, etc., y lo hace en todos los ecosistemas terrestres y marinos por igual.
Miles de especies en todo el mundo
El cálculo de unas 4.000 especies de plantas y animales afectadas por eventos extremos, distribuidas por todo el mundo, es de Camille Parmesan, científica del cambio climático, en una conferencia del Congreso Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia celebrado en Boston:
La mitad de estas especies buscan otro hábitat, mientras que dos tercios ven cómo se modifica ciclo vital a consecuencia de los eventos climáticos extremos, como un año con sequía, una ola de calor o frío de varios días, o cuando se dan días de calor en pleno invierno.
Parmesan explicó también que los seres humanos tenemos más capacidad de adaptación a estos cambios. Por contra, la naturaleza ha de hacer frente a los mismos como una sobrecarga a otros problemas ambientales de los que también somos responsables nosotros.