El cambio climático afecta a todo tipo de animales y plantas. Afecta muchas veces a su comportamiento habitual, aunque sea casi imperceptible para el observador humano. Pero no para los científicos.
Los lagartos son animales de sangre fría. Ésa es la razón de que pasen tanto tiempo tomando el sol: necesitan aumentar la temperatura de su cuerpo. Así que, si la temperatura global del planeta aumenta, aunque sea sólo unos grados, estos animales pasarán más horas a la sombra y, por consiguiente, menos tiempo cazando y exponiéndose al sol. Así lo afirma un reciente estudio. Las conclusiones son bastante pesimistas: un 20% de las especies de lagartos puede haberse extinguido en 2080 si el calentamiento del planeta sigue al ritmo actual.
No es el único estudio que se ha llevado a cabo sobre cómo afecta el calentamiento global a estos animales. Según un estudio encargado por la Comisión Europea y elaborado por la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), una quinta parte de los reptiles de Europa y casi una cuarta parte de los anfibios se encuentran en peligro. Peor aún, más de la mitad de los anfibios europeos, concretamente, el 59%, así como el 42% de los reptiles, están perdiendo población. Esto supone que se encuentran en una situación de riesgo aún mayor que los mamíferos y aves europeos.
También en ciertas regiones de México se ha extinguido, al menos, el 50% de algunas poblaciones de lagartos. Fue en este país donde se hizo una de las pruebas para comprobar cómo puede afectar el cambio climático al comportamiento de los lagartos. Se colocaron, para ello, tubos con sensores térmicos en los lugares donde estos reptiles toman el sol. Así se descubrió que, en algunas zonas de Yucatán, donde se habían extinguido, se habían reducido al mínimo las horas del día en que los lagartos podían salir a alimentarse. En otras palabras, los lagartos se mueren de hambre y de su incapacidad para poner huevos.
Pero el calentamiento global no es el único factor que explica la disminución de reptiles y anfibios. Según la doctora Helen Temple, coautora del estudio elaborado por la IUCN arriba citado, además del cambio climático, el crecimiento de la población humana, la intensificación de la agricultura, la urbanización descontrolada y la contaminación están dañando gravemente los hábitats naturales de estos animales en toda Europa.