El océano se vuelve más ácido a consecuencia de la absorción que realiza de la mitad del CO2 atmosférico, y ello puede dañar en gran manera los ecosistemas marinos. En concreto, esa acidificación de las aguas tiene efectos terribles para algunos organismos vivos, como los corales o algunos caracoles, si bien no siempre es así, y los mejillones(Mytilidae) son un buen contraejemplo.
En efecto, según ha concluido un equipo del CSIC en Galicia, del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) de Vigo, la acidificación de los océanos no afecta al mejillón en el presente ni tampoco lo hará en los próximos años, conforme vaya aumentando el pH del agua.
El estudio se enmarca dentro del proyecto europeo Investigaciones del cambio climático para una Europa más grande, y también incluyó la observación de la almeja fina, que finalmente resultó ser vulnerable a la acidificación de las aguas. A diferencia del mejillón, la mayor acidez del agua disminuyó el número de veces que se alimentaba, afectando la cantidad ingerida y, por lo tanto, a su capacidad de crecimiento.
Una resistencia sorprendente
Por contra, el mejillón no verá comprometido su futuro por el avance del cambio climático. No sólo demostró tener una gran capacidad de adaptación en la resistencia de sus conchas, sino que tampoco se observó problema alguno en su potencial de crecimiento en este entorno hostil.
¿Pero, por qué es tan resistente? Los mismos científicos han quedado sorprendidos, pues esperaban encontrar problemas de supervivencia que afectaran a ambas especies. Los cambios extremos del agua, sin embargo, no pudieron con el mejillón porque, simplemente, está curtido en mil batallas.
«Esta buena adaptación del mejillón a las aguas extremas se explica, en parte, porque el mejillón está sometido a ciclos de mareas y tiene procesos metabólicos distintos cuando está inmerso en el agua o fuera de ella», apunta el estudio.