Poco sabemos del mar profundo y el lecho marino. Y, quizá, sea un ecosistema que ayude al ser humano a conocer mejor los procesos climáticos. En el fondo del mar, surgen los tsunamis y otros fenómenos que determinan el clima del planeta.
Para conocer mejor este ambiente, se quiere instalar una red de sensores que, entre otras funciones, podría servir como sistema de alerta temprana para los maremotos. La idea, además, es aprovechar la gigantesca red de cables submarinos que ya se encuentran allí y vigilar el clima.
La idea parte de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). En el lecho marino hay más de un millón de kilómetros de cable submarino por el que discurren el 95% de las comunicaciones del mundo. Estos cables están protegidos por una triple capa de acero y polietileno. Son conexiones de fibra óptica que transportan a la velocidad de la luz los datos de internet o la voz cuando se habla por teléfono.
Existen más de 250 cables submarinos de comunicaciones internacionales. Hay de muchos tamaños, desde el que va desde Estepona hasta Tetuán, de unos 100 kilómetros, hasta el SeaMeWe-3, que conecta Alemania con Corea del Sur tras recorrer 39.000 kilómetros bajo el mar.
Cambia su longitud, pero no sus elementos internos, un haz de hasta 16 fibras ópticas con capacidades de transmisión de varios terabits por segundo (Tbs) conectados con terminales en tierra y una serie de repetidores que funcionan como amplificadores ópticos.
La idea es instalar esos sensores climáticos sin que interfieran en las telecomunicaciones, según señala Rhett Butler, experto en sismología de la Universidad de Hawai y autor de uno de los tres informes que acaba de publicar la UIT sobre la viabilidad del plan.
El plan propone instalar sensores de temperatura, presión y movimiento dentro de los repetidores ubicados en los cables submarinos. Se podrían añadir, llegado el caso, medidores de la salinidad, sismógrafos, hidrófonos o detectores del carbono antropogénico.
Los cables submarinos se diseñan para que duren unos 25 años bajo el mar. Pero los sensores climáticos no tienen tanta resistencia. El otro obstáculo para el proyecto es la oposición de los dueños de los cables, que pertenecen a empresas privadas.