El cambio climático ocasiona un calentamiento global promedio que se traduce en un deshielo acelerado, entre otras importantes consecuencias. A su vez, ocurre justo lo contrario, pues aunque en tiempo geológico el deshielo se produce de forma mucho más temprana que con anterioridad, en apenas un suspiro, cuando lo hace de forma estacional la respuesta al cambio climático es muy diferente.
Así es, según concluye un nuevo estudio publicado en la revista Nature Climate Change, en un intento de profundizar en el comportamiento del cambio climático con respecto a la nieve de montaña, puesto que se trata de una cuestión muy desconocida.
Menos luz solar directa
Financiado por la National Science Foundation, entidad patrocinadora del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR), el trabajo revela que el deshielo estacional de las montañas cambia su patrón a consecuencia del cambio climático.
A la luz de lo observado, los científicos esperan cambios en los patrones hidrológicos, lo cual podría tener importantes consecuencias en el abastecimiento de agua (pues habría una disminución de caudal) y el equilibrio del ecosistema.
¿Pero, cómo puede ser así en un mundo que está calentándose? La respuesta es sencilla. Por un lado, el calentamiento global acelera el deshielo de los polos y aumenta las temperaturas medias del planeta, si bien en este caso se trata de otra cuestión.
El hecho de que el deshielo comience antes cambia la manera de producirse el deshielo, puesto que el sol está a distinta altura y no incide de la misma manera, del mismo modo que el mismo calentamiento global en muchos enclaves se traduce en menos hielo.
«Cuando el deshielo se desplaza a principios de año, la nieve ya no está derritiendo bajo los altos ángulos de sol de finales de la primavera y principios del verano», explica Keith Musselman, autor principal del artículo. Es decir, el sol «no proporciona suficiente energía en esa época del año para impulsar las altas tasas de deshielo» de siempre.