La desertificación es un problema que necesita un pacto mundial. Cada año, más de 12 millones de hectáreas de tierras de cultivo se convierten en tierras áridas, lo que impide que se pueda seguir cultivando en ellas, algo que afecta, además, a algunas de las personas más pobres del planeta y les deja en una situación de inseguridad alimentaria.
La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD) se reunirá en Changwon, Corea del Sur, para analizar qué se puede hacer para abordar este desafío de la continua degradación de la tierra y la sequía. A pesar de las advertencias y las campañas de reforestación en el Sahel y en otras zonas áridas degradadas, la desertificación sigue avanzando en el planeta. Cada año y medio se pierde una extensión de tierra productiva equivalente a la superficie total cultivable de Francia.
La prevención de una degradación irreversible debe ser afrontada con soluciones locales, nacionales y regionales. Un tercio de la población mundial vive en tierras secas. Las personas más pobres que viven en esas zonas, si la tierra se deteriora, serán las más afectadas por la desertificación.
Si no se toman acciones enérgicas para proteger, restaurar y gestionar la tierra y los suelos de manera sostenible, no vamos a aliviar la pobreza rural y el hambre. Esto dará lugar a terribles consecuencias como conflictos políticos por los escasos recursos y migraciones forzadas.
En la reunión se propuso la creación de un grupo de asesoramiento científico en la tierra y la degradación del suelo. La ciencia es esencial para identificar las causas de la desertificación y llevar a cabo las acciones más adecuadas para evitar el proceso.
Existen soluciones para revitalizar los suelos y conservar el agua. Algunas de estas soluciones hacen hincapié en la participación de las mujeres para revitalizar las tierras áridas mediante el uso de agua y de técnicas sencillas de conservación de suelos, como agujeros pequeños enriquecidos con compost, plantas y cultivos resistentes a la sequía o la aplicación de pequeñas cantidades de abono a la raíz de la planta, una técnica conocida como microdosificación.