Enciendo la televisión y me es difícil encontrar un telediario que dedique algún minuto a la Cumbre de Durban, que se está celebrando en Sudáfrica estos días. Los países negocian el futuro del planeta, pero no se informa a la opinión pública. La preocupación de los medios se dirige hacia otro lado, a otras negociaciones: las de Merkel y Sarkozy que tratan de salvar el euro. ¡Qué irónico sería salvar una moneda mientras se destruye la Tierra!
Mientras, en Durban, los países ricos comercian con el futuro del planeta. Así lo denuncian algunas organizaciones ecologistas. Países como Estados Unidos, Japón o el Reino Unido tratan de convertir el Fondo Verde para el Clima en un fondo corporativo, controlado por las empresas, mientras es negociado a puerta cerrada en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático que se celebra en Durban (Sudáfrica) hasta el 9 de diciembre. Se sigue hablando de dinero en vez tratar lo que realmente importa: la contaminación, el medio ambiente, cómo frenar el cambio climático.
Alguien definió la cumbre de una manera muy gráfica:
Es como si todos esos líderes mundiales estuvieran al borde de un altísimo rascacielos esperando a ver quién se tira antes para ir detrás.
Para los grupos ambientalistas, la inversión privada en el cambio climático debe decidirse en el ámbito de cada país en función de sus circunstancias y no de los intereses empresariales. Si el sector privado puede acudir directamente al Fondo Verde para el Cambio Climático limitaría el carácter democrático y participativo del proceso para cubrir las necesidades de las comunidades más vulnerables ante el cambio climático. En otras palabras, sería otra forma de ganar dinero para las empresas.
El Fondo Verde fue creado para transferir recursos a los países más pobres y con menos recursos, los más vulnerables, en definitiva, al cambio climático. Si se abre la puerta a las corporaciones multinacionales y financieras para que también puedan beneficiarse de este fondo todo se irá la traste. Se especulará, se producirá una burbuja, como ocurrió con las empresas tecnológicas en la primera década del siglo XXI o como ha ocurrido con las hipotecas en los últimos años, causa principal de la crisis económica actual.
Sólo que especular con el clima no llevará a una crisis económica, causará un mal mucho mayor.
Es esencial, pues, la transparencia en todos los acontecimientos que se produzcan en Durban. Sin embargo, ni siquiera sale en los telediarios. Los medios tradicionales están perdiendo la poca credibilidad que les quedaba.