Y una vez más, la crisis como excusa. Canadá anuncia que se retira del Protocolo de Kioto para la lucha contra el cambio climático, según las propias palabras del ministro de Medio Ambiente del país norteamericano, Peter Kent, porque, en época de crisis económica, no se pueden permitir pagar las multas que conllevaría el incumplimiento en el recorte de las emisiones, que han calculado que sería de unos 14 millones de dólares canadienses (más de 10 millones de euros). Bueno, ¿y si recortaran las emisiones? Entonces, no tendrían que pagar ninguna sanción. Desde luego, con una actitud así, no se pueden esperar buenos resultados.
Así, Canadá se convierte en el primer país que se desmarca a posteriori del famoso tratado, que ya cuenta con las destacadas ausencias de Estados Unidos y China, principales emisores de dióxido de carbono del mundo, y no afecta a la India, uno de los países emergentes que más emitirá en el futuro.
Kent ha afirmado que el Protocolo de Kioto está en el pasado para Canadá, después de volver a su país desde la ciudad sudafricana de Durban, donde se acordó una prórroga del protocolo, el mínimo acuerdo al que han llegado los países reunidos. Canadá, pues, invocará su derecho legal para retirarse del Protocolo de Kioto.
El Gobierno canadiense, que teme fuertes multas en caso de seguir como parte firmante, sí mantiene que hace falta un tratado mundial para recortar la emisión de gases contaminantes a la atmósfera e insiste en que tiene que ser vinculante para todos los países. ¿Por qué unos países sí y otros no?, vendría a ser la pregunta.
El Protocolo de Kioto, firmado por el «incompetente Gobierno liberal», como ha calificado Kent a la anterior administración, obliga a este país a reducir para 2012 en un 6% sus emisiones de dióxido de carbono, tomando como referencia los datos de 1990. Sin embargo, en 2009, las emisiones habían crecido un 17% sobre los datos de hace dos décadas. Pero es que quizá la incompetencia no se encuentra en firmar el Protocolo, sino en no cumplir con lo prometido.