Todavía falta un lustro para que entre en vigor de forma plena el intercambio de derechos de emisión recién firmado por Australia y la Unión Europea, pero ya se sabe que las cosas de palacio van despacio. Lo que, por desgracia, también sabemos, es que el cambio climático no tendrá a bien esperarse sentado hasta el 2018. En todo caso, la noticia del acuerdo es positiva, pues abaratará la reducción de la contaminación y agilizará el mercado de emisiones.
Además, lógicamente, la interconexión de ambos sistemas de comercio de emisiones de CO2 contribuirá a apoyar la cooperación internacional en la lucha contra el cambio climático o, al menos, tal ha sido la intención anunciada por la Comisión en un comunicado.
En el acuerdo se recoge que Australia negociará con la UE para unificar ambos sistemas. Ambas partes, igualmente, se han comprometido a reconocer mutuamente la venta de sus respectivas unidades de emisiones de carbono y lograrán que la interconexión sea una realidad el 1 de julio de 2018, como fecha límite.
Por su parte, el Gobierno de Australia aplicará partir de julio del 2015 un sistema de comercio de emisiones similar al de la Unión Europea (UE) para luchar contra el cambio climático. Ello supondrá un abaratamiento significativo, pues el precio por emisión fijado en aquél país es ahora el más alto del mundo.
La decisión supone un refuerzo de la lucha australiana contra el cambio climático, pues el pasado julio entró en vigor la normativa que obliga a las compañías más contaminantes a pagar un elevado impuesto por cada tonelada de dióxido de carbono que emitan a la atmósfera.
A nivel global será un gran avance, pues Australia siempre se negó a ratificar el protocolo de Kioto, y ahora no sólo se compromete a reducir sus emisiones sino que incluso se plegaría a aceptar una supuesta prórroga de este tratado.