Autoabastecimiento energético en edificios


Ése es uno de los caminos, según la organización ecologista Greenpeace, para combatir de forma efectiva el cambio climático. En la actualidad, existe la tecnología para que cualquier edificio pueda producir su propia energía. Energía de fuentes limpias, se entiende, como pueden ser la solar, la eólica o la procedente de biomasa.

En cualquier país con muchas horas de sol, como pueden ser España, Italia o México, el autoabastecimiento energético de un edificio es algo técnicamente factible. Con la instalación de generadores solares fotovoltaicos en las azoteas y en las fachadas, cada hogar puede combatir el cambio climático.

En España, desde el año 2000, año en que se aprobó un decreto que apoyaba este tipo de instalaciones, el sector ha ido creciendo y, en la actualidad, la energía solar produce entre un 2 y un 3% de la electricidad que se utiliza en el país. Sin embargo, hay que señalar que no es lo mismo producir electricidad para distribuirla (por ejemplo, la energía de una granja solar que se distribuye por medio de la red de una gran compañía eléctrica) que producir energía para consumirla en el propio hogar. Este último caso es lo que se llama autoconsumo y es por lo que aboga Greenpeace.

El problema ha estado, durante muchos años, en que la energía solar tenía un coste superior a la energía que vendían las eléctricas. Por eso se daban primas a la energía solar y por eso no era del todo rentable el autoabastecimiento energético. Sin embargo, la situación ha cambiado. El gran crecimiento de la energía solar en cada vez más países ha reducido su coste, a lo que se suma que la tarifa de la electricidad de red cada vez es más cara. Es bastante probable que , dentro de unos años, la situación se invierta definitivamente y la electricidad producida a partir del sol sea mucho más barata que la electricidad que vendan las compañías eléctricas.

Por ello, el Gobierno está preparando una normativa que permita y regule el autoconsumo de energía solar. Se trata, por ejemplo, de simplificar el procedimiento para instalar una menor potencia o crear un sistema de compensación económica por la diferencia entre la energía producida y la consumida, además de extender este sistema a otras energías renovables.

Porque, si todos podemos generar nuestra propia energía limpia, renovable y, muy importante, libre de dióxido de carbono, todos estaremos contribuyendo a frenar el cambio climático. Sólo queda que las grandes compañías eléctricas, las únicas que pueden perder algo con este nuevo sistema, piensen, por una vez, en el planeta en vez de en sus beneficios.

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