Cuando estamos a las puertas de una nueva edición de las reuniones globales sobre el clima, concretamente la COP22, entra en vigor el acuerdo logrado en París el pasado año.
Su fecha de entrada en vigor es muy oportuna a nivel mediático. Si bien las cosas de palacio, como es bien sabido, van muy despacio, lo cierto es que desde el logro del consenso hasta su ratificación ha transcurrido justo el tiempo que hay entre una y otra reunión. Dándose la circunstancia, además, de que la actual COP, que se inaugura hoy mismo, día 7 de noviembre, está orientada a la acción.
La importancia de actuar
Las piezas, así pues, empiezan a encajar. Ante la falta de resultados, aún no pueden lanzarse las campanas al vuelo, es más que evidente, pero la esperanza sigue sin acabar de perderse.
Aunque por ahora el pacto sea un mero papel, promesas, al fin y al cabo, con el agravante de que aún no es vinculante de forma concreta,
lo cierto es que la COP22 está orientada a iniciar la acción y empezar a dotar de contenidos concretos las grandes lagunas que tiene el pacto.
Además, todavía hay grandes emisores de gases de efecto invernadero como China o Rusia que están afuera. A día de hoy, por lo tanto, estamos ante un pacto de grandes éxitos y no menores fracasos.
Hasta el próximo día 18 de noviembre tendrá lugar la 22 conferencia sobre el clima de la ONU que acoge Marruecos. Sus principales desafíos girarán en torno a precisar las reglas de puesta en marcha del acuerdo parisino, así como de lograr acuerdos sobre la fecha de finalización de las mismas.
Las expectativas son máximas un año después del acuerdo de París contra el cambio climático y solo tres días después de su entrada en vigor. Aquel fue un momento histórico, y el inicio de su vigencia también tiene gran importancia, pero todavía está casi todo por hacer.