La sequía y los cambios que se están produciendo en el clima están poniendo otra vez de actualidad el cambio climático y sus efectos en la Tierra. Un tema sobre el que se están vertiendo muchas opiniones, que pueden dividirse en dos grandes grupos. En uno se opina que el cambio climático va a provocar el fin del mundo, mientras que en otro se considera que no será el fin del mundo, aunque se producirán modificaciones sobre tal y como está en la actualidad.
El fin del mundo
Sobre la relación entre el cambio climático y el fin del mundo se han llevado a cabo múltiples investigaciones científicas. Una de ellas es la desarrollada por científicos de la Universidad de Chicago, que han visto en el cambio climático un factor que podría acelerar y conducir hacia ese fin del mundo.
En esta investigación se ha tenido en cuenta que el número de minutos para la medianoche –se mide así el grado de amenaza nuclear, ambiental y tecnológica para el mundo y los seres vivos-, que se corrige de forma periódica.
En las últimas reuniones de expertos celebradas en Washington no se han producido variaciones significativas desde el año 2015 y sigue estando en tres minutos. Es lo que se conoce como el ‘Reloj del Juicio Final’. Ante esta situación, los científicos han alertado para que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.
Otros estudios y artículos publicados sobre el cambio climático alertan del calentamiento global y de los efectos que va a tener, que propiciarán el fin del mundo. Y es que, si todo sigue así, el mundo será inhabitable por el calor, se propagarán más las enfermedades, se producirá la muerte de los océanos y se dará paso al hambre y a las guerras, dificultando el crecimiento económico.
Cataclismos
Pese a estos argumentos, también hay opiniones y estudios que señalan que el cambio climático no será el fin del mundo, a pesar de que se reconoce que se van a producir cambios. Sin embargo, se huye de ese catastrofismo que parece propio de película de ficción.
De hecho, hay científicos que están convencidos de que la vida en la Tierra seguirá porque la naturaleza tiene capacidad de adaptación. Y una prueba de esos argumentos se han extraído de la investigación del fisiólogo vegetal Klaus Winter, que cogió una serie de árboles tropicales y los plantó en condiciones diferentes. Así observó que la temperatura no influyó en su crecimiento significativamente y muchos árboles prosperaron con las nuevas condiciones.