Ante el fracaso actual de las negociaciones (refrendado, el fracaso, en Doha) en las que han tomado parte la gran mayoría de países del mundo y que llevan a un desastre global (la aceleración del calentamiento global), quizá sea hora de recordar que hace unas pocas décadas la humanidad se enfrentó a un problema semejante, al menos, en el sentido de que sería imposible de solucionar si no se ponían de acuerdo todas las fuerzas políticas y sociales: la reducción del agujero de la capa de ozono.
En el caso concreto de Europa, los avances en este sentido han sido significativos. Se han eliminado de los productos químicos que dañan dicha capa de ozono. Así lo confirma un informe elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Más de doscientos productos químicos que dañan la capa de ozono del planeta han dejado de usarse en Europa: los que se prohibieron por el Protocolo de Montreal y, posteriormente, por la propia legislación de la Unión Europea.
El Protocolo de Montreal es uno acuerdos ambientales internacionales que más éxito ha tenido en la historia reciente y debería convertirse en un referente para esos acuerdos tan necesarios para frenar el cambio climático y que no llegan. Fue una acción mundial que debe inspirar la cooperación entre países. Entre todos los países del mundo.
En la década de los setenta del siglo pasado, los científicos dieron la voz de alarma: había ciertos compuestos químicos artificiales que estaban destruyendo la capa de ozono, una capa protectora, ya que absorbe la parte de la luz ultravioleta que llega a la superficie del planeta, lo que evita el cáncer de piel y otros problemas.
El Protocolo de Montreal se firmó en 1987
Ahora bien, no fue hasta 1987 cuando se firmó el Protocolo de Montreal, por el que los gobiernos se comprometieron a reducir la producción y el consumo de esas sustancias que destruían la capa de ozono. Este tratado fue universalmente ratificado. Claro que no estaba en juego el sector del petróleo y todas sus industrias afines.
Han pasado, por tanto, 25 años desde la firma del protocolo y los últimos datos demuestran que sirvió de algo: Europa trata con eficacia la contaminación que daña la capa de ozono. Si comenzamos a actuar ya contra el calentamiento global, podremos detenerlo. Tardaremos décadas, pero se logrará. Pero hay que empezar ya.