La ONG Islamic Relief ha pedido a la ONU que cree un fondo global para la prevención de desastres. En opinión de la organización, es más barato ayudar a preparar las inundaciones y la sequía que gastar miles de millones en emergencias por desastres naturales. La ONG publicó un informe e instó a Gobiernos y a los organismos internacionales a replantearse sus prioridades y focalizar en la reducción del riesgo de desastres sus esfuerzos de los programas de ayuda.
Hay que dar a los países pobres una oportunidad de luchar contra el cambio climático mediante la inversión en el desarrollo de cultivos más resistentes a la sequía, en la reconstrucción de viviendas expuestas a inundaciones y en la conservación de alimentos y semillas cuando ocurra un desastre, dijó Shahnawaz Ali, director de Cambio Climático de Islamic Relief en Bangladesh. Se salvarán vidas y se ahorrará un montón de dinero.
El organismo ha asegurado que proteger a una familia del distrito de Gaibanda, en Bangladesh, de las inundaciones durante cinco años, costaría 400 libras esterlinas, mientas que si lo perdieran todo a causa de una inundación supondría un coste de unas 440 libras. Es mejor prevenir que curar.
Un análisis del Gobierno de Estados Unidos, redunda en la idea: por cada dólar que se invierte en la reducción de riesgos por desastre, se disminuye en 15 dólares el coste de los daños producidos por el desastre. A pesar de estos y otros estudios, sólo una pequeña proporción de la ayuda se destina a la reducción del riesgo de desastres (RRD). En 2010, se gastó 23 veces más en ayuda de emergencia para los diez países más afectados por los desastres que en lo que se gasta en la prevención de desastres.
Después del tsunami del Océano Índico de 2004, la Asamblea General de la ONU aprobó una disposición para ayudar a países con riesgo de desastre. Se hacen progresos, pero no los suficientes. Australia, la Comisión Europea y el Reino Unido no han dado toda la ayuda prometida.
Sólo el 1% de toda la ayuda al desarrollo se destina a la RRD. La situación es grave en el oeste de África, donde millones de personas de los cinco países más afectados por la sequía, se gastaron sólo 12 céntimos por cada 100 euros gastados en la ayuda.