Investigación con microalgas


Los organismos que absorben dióxido de carbono son esenciales para luchar contra el cambio climático. Cualquier planta que haga el proceso de fotosíntesis absorbe CO2. Se tiende a pensar en grandes bosques haciendo esta importante función. Pero también existen pequeños organismos que la realizan. Es el caso de las microalgas. El Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC) está estudiando las aplicaciones de este tipo de vegetal para luchar contra el cambio climático, así como para otros usos, como la acuicultura (cultivos de especies acuáticas) o los productos farmacéuticos.

El centro donde se está realizando la investigación se encuentra en el campus de Puerto Real (Cádiz) y acoge la mayor colección de España de microalgas (más de trescientas cepas, tanto autóctonas como foráneas), según explica la directora, Maricarmen Sarasquete. Otros países experimentan con microalgas marinas, entre otros, Reino Unido, Alemania, Francia y la República Checa.

Las microalgas son microorganismos que realizan la fotosíntesis y, por tanto, absorben dióxido de carbono de la atmósfera y producen oxígeno. Este proceso natural puede tener aplicaciones muy beneficiosas para la protección del medio ambiente, como la búsqueda de nuevas formas de energía como es el caso del biodiésel. Pero tiene muchas otras aplicaciones en muy diferentes campos como la medicina, la cosmética y la alimentación.

La investigadora Ana García realiza en el ICMAN una tesis doctoral sobre la aplicación de las microalgas en la lucha contra el cambio climático. Su investigación se basa en un fotobiorreactor que haga crecer a estas microalgas lo más rápidamente posible y crear así una gran cantidad de biomasa que, además, en distintas condiciones de luz, absorberá una gran cantidad de CO2.

La ventaja de las microalgas es su gran capacidad de generación de biomasa o, dicho de otra forma, una gran velocidad en su crecimiento. Las plantas terrestres, por lo general, tardan muchos años en crecer. En cambio, una microalga puede tardar una semana en crecer lo suficiente para alimentar a otros organismos, como el zooplancton.

Otra aplicación de este proceso es la búsqueda de soluciones al problema de la sobrepesca en el mundo.

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