Diversos estudios han puesto de manifiesto que algunas especies vegetales son de gran ayuda para paliar los efectos del cambio climático, sobre todo, en relación al impacto que tiene el CO2. Ahora, una nueva investigación, arroja más luz sobre este tema. Y, en concreto, lo hace sobre las algas marinas, que se ha demostrado que son decisivas para minimizar el impacto del dióxido de carbono.
El estudio
El estudio ha puesto el foco en el papel de las macroalgas marinas, descubriéndose que son decisivas para secuestrar el carbono de la atmósfera. Un proceso que es posible porque este tipo de algas viajan más allá de las zonas costeras, llegando a recorrer hasta 5.000 kilómetros.
En concreto, estas algas forman hábitats costeros con vegetación más extensos y productivos, colonizando así zonas más allá de la costa y lo que lleva a que puedan retener el carbono en otras áreas. A su vez, la investigación es útil para analizar el material vegetal.
El estudio realizado por un equipo de investigaciones internacional ha podido comprobar que, con cerca del 70% de estas algas, el carbono se hundiría a profundidades oceánicas que estarían por debajo de los 1.000 metros. Una profundidad con la que parece poco probable que ese carbono pudiera regresar de nuevo a la atmósfera.
Las consecuencias
El resultado de este estudio es especialmente importante porque impacta en cómo se calcula el presupuesto global de dióxido de carbono. Y es que, ante la importancia de estas algas para secuestrar el carbono, los investigadores consideran que deberían incluirse en las evaluaciones del carbono acumulado en los océanos. Es decir, el llamado carbono azul.
En la actualidad, las microalgas no son tenidas en cuenta en las evaluaciones de carbono azul porque no tienen raíces y no permanecen en el mismo lugar al desplazarse con las corrientes y las mareas.
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