Un mundo más cálido, con carestía de agua, no es compatible con las plantas nucleares o de carbón, y hay que ir pensando cómo solucionar este problema pues, precisamente, la sequía será consecuencia ineludible del calentamiento global. Ambas circunstancias, la falta del líquido elemento y el aumento de su temperatura, ocasionarán serios problemas a medio y largo plazo en Europa y Estados Unidos, en paralelo al avance o agravamiento de los efectos del cambio climático.
Muchos pensarán que estos problemas son la excusa perfecta para cerrar definitivamente lo que consideran focos de contaminación sin igual, el momento de apostar fuerte por energías limpias. Otros, es decir, los partidiarios de seguir con ellas, se encuentran ante el difícil reto de inventar maneras distintas de enfriar estas plantas energéticas, señala un estudio.
Es archisabida la dependencia del agua (la llamada dependencia de la refrigeración termal) de la energía nuclear, y también del carbón, un aspecto que las hará más inviables conforme suba la temperatura del agua y disminuya el caudal de los ríos. Resultado: ocasionará más cortes, triplicándose las caídas completas o extremas y, según las previsiones de esta investigación llevada a cabo por científicos estadounidenses y europeos, afectarán sobre todo en temporada estival a las plantas que dependan del agua fluvial para refrigerarse. Es más, los autores del estudio afirman que las interrupciones de suministro energético por estas causas ya están produciéndose.
De no buscarse soluciones viables, el trabajo prevé que la capacidad de producción se verá afectada, generándose menor cantidad. En concreto, se estima que entre 2031 y 2060 Europa sufra más que Estados Unidos la carencia de agua para enfriar, reduciéndose entre un 4 y un 16 por ciento en éste y entre el 6 y el 19 por ciento en Europa.
El problema tiene un alcance importantísimo si consideramos la dependencia que ambas regiones tienen de estos tipos de energía y lo vulnerables que son a las sequías. Las plantas termoeléctricas, por ejemplo, suministran más del 90 por ciento de la electricidad y representan un 40 por ciento del uso de agua dulce en Estados Unidos, mientras en Europa abastecen tres cuartas partes de la electricidad y suponen la mitad del agua potable. Además, se espera un aumento de la demanda de eletricidad, con lo que el problema cobrará dimensiones mayores en el futuro. ¿Soluciones? Los autores del trabajo, publicado en Nature Climate Change, apuntan algunas posibilidades, como construir plantas cerca del mar o alimentadas con gas, pues utilizan menos agua. Otra, por supuesto, es reducir la dependencia invirtiendo en otras fuentes de energía más respetuosas con el entorno.