Cuando el mundo descubrió que la capa de ozono, una capa protectora que rodea la Tierra, estaba disminuyendo en los polos, decidió que había que hacer algo al respecto si se quería seguir viviendo en este planeta. Así, se prohibieron los gases HCFC, responsables en gran medida de la disminución del ozono. En unos años la capa de ozono comenzó a recuperar su tamaño original.
Los HCFC, que se usaban para los aerosoles y para que funcionaran los frigoríficos, se sustituyeron por los gases HFC, que no dañan la capa de ozono. Sin embargo, según un informe del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), los HFC sí contribuyen al proceso de cambio climático y la organización insta a actuar rápidamente para no emitir este tipo de gases.
Según los científicos, es esencial mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2º C, el punto de inflexión a partir del cual el cambio climático será irreversible. Se requiere, para ello, una serie de acciones urgentes sobre algunas sustancias químicas que cada vez son más utilizadas en productos como equipos de aire acondicionado, refrigeradores, equipos de extinción de incendios y espumas aislantes. Igual que se hizo hace unos años para proteger la capa de ozono, hay que hacerlo ahora para proteger el planeta entero.
Estas sustancias químicas son conocidas como hidrofluorocarbonos (HFC) y se usan para reemplazar a otras sustancias que han sido prohibidas. Sin embargo, un informe publicado por el PNUMA prevé que, para el año 2050, los HFC podrían ser responsables de una cantidad de emisiones equivalentes a entre 3,5 y 8,8 gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (Gt CO2eq), una cantidad comparable al total actual de las emisiones anuales derivadas del sector transporte, estimado en cerca de 7,6 Gt.
Las naciones de este planeta demostraron, con el asunto de la capa de ozono, que eran capaces de unirse en un esfuerzo común y durante veinte años han trabajado con éxito por su recuperación. Es necesario otro esfuerzo común.
Los originales CFC se eliminaron en 2010 y ahora se están eliminando sus sustitutos, los HCFC. Pero los sustitutos de los sustitutos (los HFC) también constituyen un problema. Son unos potentes gases de efecto invernadero.
Existen alternativas
Hay alternativas. Aunque se necesita una mayor investigación científica, existen suficientes pruebas de peso para empezar a abandonar el uso de los HFC más potentes en la actualidad. Estos gases, junto con el dióxido de carbono (CO2), el metano y otros, son los que más contribuyen al cambio climático y están controlados por el Convenio Marco de Lucha contra el Cambio Climático de las Naciones Unidas y el Protocolo de Kioto.
Por tanto, los científicos y el PNUMA hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que repitan el nivel de cooperación que lograron para recuperar la capa de ozono. Para ello, hay que llegar a un acuerdo en el tratado que continúe o sustituya al Protocolo de Kioto.
Este informe titulado HFC: un eslabón fundamental en la protección del clima y la capa de ozono es el primero de los tres presentados por el PNUMA de forma previa a la celebración de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Clima en Durban, Sudáfrica, una reunión donde se decide el futuro del planeta. Los científicos y organizaciones internacionales están presentando suficientes pruebas e informes para convencer a los gobernantes de que no se puede esperar más. ¿Escucharán?
Las conclusiones esenciales del informe sobre los HFC son las siguientes:
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– La contribución de los HFC al cambio climático es actualmente inferior al 1% de todos los gases de efecto invernadero, pero esa cifra aumenta a medida que sustituyen a los HCFC. Por ejemplo, el HFC 134a, que es la variante más popular, ha aumentado en la atmósfera en torno a un 10% al año desde 2006.
– Se prevé que el consumo de los HFC supere los picos de consumo de la década de los ochenta de los antiguos CFC. La causa es la creciente demanda de las economías emergentes y a una población mundial por encima de los siete mil millones. Así, la solución no es un nuevo gas sustituto, sino un modo de vida sostenible, es decir, reducir el consumo.
El informe también señala algunas alternativas para reducir el impacto de los HFC:
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– Métodos y procesos alternativos, como edificios mejor diseñados que eviten la necesidad de aire acondicionado, uso de fibra en lugar de espuma para el aislamiento, etc.
– Usar sustancias No-HFC, como el amoníaco o el dimetil éter para su uso en espumas, refrigeración y sistemas de protección contra incendios.
– HFC respetuosos con el clima: algunos HFC tienen una vida más corta en la atmósfera y duran meses en lugar de años. Algunos son el HFC 1234ze, que se usa para espumas, y el HFC-1234yf, para aires acondicionados portátiles.