La desertificación se cierne sobre España. El 37% de su territorio ya está afectada por el fenómeno (a nivel mundial, es un 40% de los continentes). El decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Carlos del Álamo, ha dicho que esto supone un empobrecimiento de la naturaleza y de la economía.
La parte visible de la desertificación es la pérdida de vegetación, los ecosistemas más secos, menos frondosos, pero hay otras consecuencias negativas que no se ven: el empobrecimiento económico por la erosión y el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y los ecosistemas.
La desertificación afecta en todo el mundo a 250 millones de personas, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Y en el futuro la cifra aumentará: más de un centenar de países están en situación de riesgo.
La mejor manera de frenar la desertificación es recuperar la cubierta vegetal y no permitir el deterioro de la existente, según Del Álamo.
La desertificación se produce por causas naturales y por la acción del hombre. El suelo sufre un proceso de degradación. La sobreexplotación o la gestión inadecuadas son las principales actividades con las que el ser humano contribuye a la desertificación del medio ambiente.
La importancia de una buena gestión de los bosques
Por tanto, una de las mejores herramientas para frenar las desertificación es una buena gestión de los bosques. Por ello, hay que informar a la población de la importancia de conservar los bosques, lo que implica también el respeto por el suelo y el agua.
Toda la zona mediterránea se enfrenta a los mismos problemas, sequías estacionales, lluvias muy variables y algunas súbitas de gran intensidad, suelos pobres con tendencia a la erosión, laderas escarpadas sin cubierta forestal, incendios forestales y recogida de matorral para leña. El resultado de todo ello es la pérdida de suelo fértil, al menos, durante cientos de años. Además, la sobreexplotación de acuíferos y la mala gestión del agua agravan el fenómeno.
Las tierras degradadas se pueden recuperar, mientras que las que lo están parcialmente se deben, como mínimo, mantener en el estado actual.