El planeta se calienta, las aguas del mar, también, y el número de medusas aumenta y se acercan a las costas, originando molestias a los bañistas, llegando incluso a impedir un breve y refrescante chapuzón que ayude a soportar las altas temperaturas veraniegas. Ocurre en el Mediterráneo desde hace años y ocurre en las aguas del océano Pacífico, frente a las costas de Chile, especialmente en el norte del país.
La aparición de medusas es un problema que empeora cada año en muchas partes del planeta. Una de las causas es el calentamiento global. Pero no es la única. También la sobreexplotación pesquera, que reduce el número de peces pequeños, precisamente los animales que compiten por el mismo tipo de alimentos que las medusas. Menos peces, más medusas. Menos competencia, en otras palabras.
Las medusas se componen entre un 90 y un 95% de agua, por lo que no resultan un bocado muy apetitoso para los predadores. Lo peor son sus tentáculos, donde se encuentran unas glándulas denominadas nematocistos, que producen toxinas y son las causantes de las molestas picaduras. Estas toxinas son paralizantes para sus presas. Para las personas, simplemente son muy molestas: pican e irritan la piel, provocando una hinchazón. Algunas especies que viven en la costa australiana, como la conocida como avispa de mar, que vive en aguas cálidas, son algo más peligrosas. Las medusas habitan en la Tierra desde hace 5 millones de años y existen más de nueve mil variedades de diferentes formas y tamaños.
Hasta ahora, la mayoría de medusas vivía en alta mar. Pero los cambios de corrientes las traen hacia la costa, hacia aguas cálidas. Ante una picadura de medusa, hay que salir del agua y aguantar sin rascarse. Después, lavar la herida con agua salada, aplicar una bolsa de hielo (pero no el hielo directamente) y antisépticos o cremas apropiadas.