Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en 2011, la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que había en la atmósfera alcanzó un máximo sin precedentes. Entre 1990 y 2011, se registró un aumento del 30% en el efecto de calentamiento del clima del planeta debido, principalmente, al efecto del dióxido de carbono (CO2), pero también al de otros gases que persisten en la atmósfera del planeta y atrapan el calor.
De acuerdo con los datos de la OMM, desde mediados del siglo XVIII, cuando la Revolución Industrial había triunfado en muchos países, se han emitido a la atmósfera unos 375.000 millones de toneladas de carbono en forma de dióxido de carbono (CO2). La principal causa es la quema de combustibles fósiles, en los primeros años, principalmente, carbón; después, petróleo y, también, gas natural.
La mitad de este dióxido de carbono emitido hace dos siglos y medio permanece en la atmósfera. Los océanos, los árboles y, en general, la biosfera terrestre absorbe carbono, pero no puede capturar tanto como se ha producido.
Son miles de millones de toneladas de dióxido de carbono que permanecerán en la atmósfera durante siglos. Por tanto, el calentamiento global está lejos de detenerse. El cambio climático continuará durante décadas (aun con las medidas adoptadas para su mitigación) e incidirá en todos los aspectos de la vida en la Tierra. Así lo ha asegurado Michel Jarraud, secretario general de la OMM. En todo caso, se sigue emitiendo, así que la situación será aún más grave.
El proceso de calentamiento global no se detiene
Los sumideros de carbono han absorbido casi la mitad del dióxido de carbono que el ser humano emite a la atmósfera. Pero ello cambia las condiciones ambientales. Por ejemplo, los océanos se están volviendo más ácidos, lo que repercute en la cadena alimentaria submarina y en los arrecifes de coral.
Para Jarraud, se debe aumentar la vigilancia y los conocimientos científicos para comprender mejor la interacción entre el carbono que está presente en la atmósfera y ciertos elementos de la biosfera (como son los océanos, por ejemplo). En este sentido, la red de la Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM se encuentra en más de cincuenta países y proporciona mediciones precisas fundamentales para comprender las concentraciones de los gases de efecto invernadero, sus fuentes, los sumideros y las transformaciones químicas que se producen en la atmósfera.