Sequía en México


Se está produciendo el año más seco en siete décadas en buena parte de México, con terribles efectos sobre la cosecha de maíz y fríjoles. En el país, se debate, no sólo el problema del cambio climático, sino también el hambre que afecta a cada vez más gente y la idoneidad del actual modelo de producción de alimentos.

La sequía afecta a México desde hace meses. Está afectando a 19 estados de la República o, en otras palabras, a dos terceras partes del país. Y se prevé que continúe e incluso que se extienda hacia los estados del centro y se intensifique. Se calcula que, hasta el momento, hay, al menos, dos millones de afectados de manera directa.

La situación ha llegado a tal punto que el propio presidente Felipe Calderón ha advertido de la sequía sin precedentes que azota a México. La falta de lluvia afecta a casi la mitad de los municipios del país, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). La oposición critica al Gobierno por la falta de sensibilidad ante la situación. Se ha organizado una movilización de agricultores, ligados en su mayoría al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que marchará hacia la capital mexicana el 31 de enero.

Se calcula que por la sequía se ha perdido el 80% de la producción de fríjol: de 1.300.000 toneladas, se cosecharán únicamente unas 300.000 toneladas. Se ha perdido, así mismo, el 50% de la producción de maíz y de trigo. No ha llovido en los últimos 16 meses.

Además, y para agravar la situación, también se han producido heladas e inundaciones, según Víctor Suárez, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo. Las pérdidas afectarán el abasto de los mercados y a la disponibilidad para el autoconsumo. La autosuficiencia alimentaria de México se ha perdido.

Algunos economistas recuerdan ahora cuando México firmó el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, ya que consideran que entonces se perdió la capacidad de la producción de bienes agrícolas. Ahora México no podrá resolver el problema por sí mismo, ya que ha perdido su capacidad de almacenamiento y de regulación del precio de los alimentos.

Se calcula que hasta un 70% de los productores agrícolas usan sus cosechas para el autoabastecimiento. Son campesinos que dependen básicamente del tiempo y son los primeros en resentir la falta de lluvia. Además, se teme un aumento del precio de los alimentos: el año pasado ya fue más alto que la inflación.

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