La sociedad, especialmente la economía, no puede funcionar sin transporte. Pero los medios de transporte tienen un elevadísimo coste medioambiental: es la segunda industria con mayor impacto en el calentamiento global. Es urgente cambiar esta situación, el sistema de transporte mundial insostenible, contaminante e injusto.
No se trata de poner trabas al desarrollo económico, social y cultural de los países, de las comunidades, de las empresas o de las personas, pero sí de proteger el entorno. La eficiencia y la sostenibilidad deben ser el centro de la política de movilidad, tanto urbana, como nacional o internacional, de pasajeros y mercancías.
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