Hace 11.500 años, que yo sepa, al menos, ninguno de nosotros andaba por allí disfrutando de las visiones prehistóricas de las estepas rusas, y las máquinas del tiempo mejor las dejamos para el cine, pero teniendo a mano la ciencia, nada de esto es necesario para saber qué fue de los mamuts. Por suerte, la arqueología todopoderosa ha dado un nuevo golpecito con su varita mágica para iluminar algo más el misterio que envuelve su desaparición de la faz del planeta. El nuevo estudio refuerza la teoría de que fue un cambio climático, y no la caza, lo que provocó la extinción de estos gigantescos animales prehistóricos.
La importancia de este estudio no es otra que apoyar la idea que atribuye a un importante enfriamiento del clima su desaparición como especie, una de las dos hipótesis más compartidas por la comunidad científica, junto a la también consensuada teoría de la excesiva caza, que este trabajo rechaza.
¿Pero, qué les hizo caminar hacia la extinción, exactamente? Llevado a cabo por científicos rusos y estadounidenses y publicado en la revista Nature Communications, el trabajo analizó los restos de unos 1.300 ejemplares, así como de 1.000 muestras de fósiles, concluyendo que el citado enfriamiento provocó en el norte la sustitución de las estepas del sur por taiga y pantanos. Es decir, los animales se quedaron sin su medio de supervivencia, viendo cómo los arbustos y hierbas en general se convertían en vegetación palustre.
Emigrar hacia el sur no consiguió salvarles, pues allí el cambio climático también transformó las estepas del modo indicado. Por contra, «la intervención humana fue mínima«, sentencia el director de la investigación, Gien Macdonald, de la Universidad de California.
Claro ejemplo de megafauna, los mamuts habitaron el planeta durante la última era de hielo, concretamente en la región oriental de Beringia, actualmente Chukotka, Alaska y el extremo oriental de Siberia.