Un legado cultural de milenios peligra por la construcción de una presa en Turquía


La construcción de embalses conlleva polémica. Es cierto que son necesarios para producir energía hidroeléctrica y acumular agua en regiones secas. Pero también supone una alteración del entorno natural y un peligro para los ecosistemas de la zona. Hay, en fin, un choque de intereses entre quienes piensan en los beneficios económicos y los que priman la conservación natural del entorno.

En algunos casos, esta confrontación se recrudece, ya que puede significar la desaparición de pueblos enteros que quedarán inundados, obligando a sus ciudadanos a trasladarse. Así ocurrió en el caso de la construcción de la gigantesca Presa de las Tres Gargantas, en China. Otra amenaza es perder para siempre restos arqueológicos de incalculable valor, como ocurrió con los templos de Abu Simbel, en Asuán.

En Turquía, en Hasankeyf, en el interior del país, continúan los trabajos para finalizar la gigantesca presa de Ilisu, un ambicioso proyecto de 400 kilómetros cuadrados que promete producir 4.000 gigavatios (GW) de electricidad al año. Está previsto que el nivel de las aguas suba 130 metros, inundando hasta sesenta poblaciones en las que viven unas 60.000 personas. Además, medio millar de monumentos históricos de gran valor quedarán bajo las aguas.

Sumerios, romanos, bizantinos, árabes, mongoles y otomanos pasaron por la región, dejando un legado arquitectónico y artístico de enorme valor. Hay, de hecho, 130 monumentos catalogados por la Unesco que podrían convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Algunos países que invertían en la construcción de la presa, como Alemania, Austria, Holanda o Suiza, abandonaron el proyecto.

El Gobierno turco, apoyado en sentencias judiciales favorables y las ventajas estratégicas que obtendrá (obstaculizar los movimientos de la guerrilla kurda, controlar el abastecimiento de agua del Tigris a Irak) decidió continuar con los trabajos. Está previsto que la construcción de la presa finalice en 2015.

Fortalezas bizantinas, palacios artúquidas, mezquitas ayúbidas, mausoleos yafaríes, termas bajoimperiales, iglesias asirias, puentes, minaretes, puede desaparecer. Los arqueólogos no dan crédito. No todo puede moverse de allí y todavía hay mucho material enterrado suficiente para excavar medio siglo más. Serán yacimientos subacuáticos.

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